28 dic 2007

¿Hay petróleo?


Al igual que en el post anterior hacíamos mención de las teorías del Peak Oil, en este hemos incluído algunas críticas, o más bien matizaciones a dicha teoría. Creo que el debate y la crítica son las mejores herramientas para aprender, y por eso también hemos incluído aquí esta postura.
De igual forma, y como en el post de Crecimiento INsostenible, el blog nos parece absolutamente recomendable, está muy documentado y hay gran cantidad de artículos razonados y comentarios que aportan nuevos puntos de vista e ideas
He incluído un artículo muy bien escrito que aparece en indarki donde se realizan matizaciones a la teoría del peak oil, para terminar con la siguiente afirmación : "El peak-oil ha muerto porque ha nacido el acceso universal a la energía".
Trabajo hay, pongámonos mano a la obra
[John Godless]
Hay una corriente de opinión energética con gran repercusión en la red que defienden y difunden las teorías sobre el cénit del petroleo, en inglés, peak-oil (primer principio básico para entender el mundo de la energía)
En los grandes medios esta corriente no está muy representada, salvo aquellos artículos que hablan del "fin de la era del petróleo barato". Así que escasamente llega al gran público. Además, creo que el hecho de que se vaya a "acabar" el petróleo preocupa poco; es fácil que en conversación de bar aparezca el argumento de "algo inventarán" (
cuarto principio). Y a priori, razones para pensarlo no les falta, ya que se oyen muchas noticias sobre los progresos y evolución de las energías renovables, investigación y desarrollo de tecnologías energéticas, de los ciclos combinados de gas, del hidrógeno. Y siempre está en la recámara la energía nuclear o el carbón, por no decir que eso de la "fusión nuclear" siempre le suena a alguien. Puede que una por una, podríamos ir tirando casi todas las alternativas y las que queden no sean capaces de afrontar ese peak-oil, pero a bote pronto, esas alternativas son parte del imaginario colectivo que apuntala la creencia de que habrá un desarrollo tecnológicio que suplirá la escasez del petróleo.
Al contrario que el peak-oil, sí que preocupa el cambio climático, que ha acabado en los medios y tiene mucho que ver con el mundo energético y la economía petrolizada. ¿Para qué preocuparse del peak-oil si el cambio climático viene antes y las medidas a tomar son similares? Esto ha sido un auténtico torpedo en la línea de flotación de los que trabajan por difundir el peak-oil.
El problema, sin embargo, es que el concepto de peak-oil y sus teorías se han quedado obsoletas. Vale que hay una cantidad de petróleo limitada, que a efectos prácticos se "acabará" y antes o después, si la economía sigue petrolizada, su precio subirá mucho y se generarán conflictos derivados del control de este recurso... pero hasta aquí podemos aprovechar las teorías sobre el peak-oil.
Las hipótesis y las bases del desarrollo de las
teorías de Hubbert (padre del peak-oil tienen muy poco que ver con la situación actual y aunque en su momento fueron un gran avance para entender el mundo energético, quedarnos en esas teorías es quedarse atrás: no es igual hablar de un mercado nacional (como el estadounidense, que estudió Hubbert) que uno multinacional y segmentado por países donde la política juega un papel vital. El desarrollo tecnológico es diferente, los mecanismos de mercado también y el resultado y efectos de este peak-oil no tiene nada que ver con lo que en su día pudo llegar a pensar Hubbert para el mercado americano de los años 60 y 70.
No digo que no exista (o pueda haber) un peak-oil, sino que dudo que los modelos matemáticos que desarrolló Hubbert puedan utilizarse actualmente para determinar puntos tan concretos como fechas del cénit de producción. ¿Realmente habrá un sólo cénit? ¿Para todos los países y regiones? Son muy diferentes los desarrollo tecnológicos en las diferentes partes del mundo, muy diferentes las necesidades energéticas, los mercados y su capacidad de adaptación ¿va a ser a la vez el cénit en una economía liberal que en una controlada por el estado con los recursos energéticos nacionalizados? El concepto de peak-oil se ha quedado obsoleto por dos razones:
- Es más global: no sólo es una cuestión de producción, sino también de economía, de política, de tecnología, cultural y de capacidad de adaptación al cambio de la sociedad.
- Es más particular: ese cénit de la producción de petróleo o mejor dicho, sus efectos como cénit se van a fraccionar y particularizar, en cada región y en cada país en función de los aspectos que acabo de mencionar ¿cómo vamos a hablar del cénit del petróleo cuando en cada sitio es diferente, tanto en fecha, como en intensidad y en efectos? Incluso en algunos sitios ni llegarán a saber cómo es eso.
El peak-oil tiene que evolucionar a un concepto más amplio. Si antes se pensaba en la escasez generalizada de un recurso energético concreto como es el petróleo, ahora debemos pensar en suministrar de forma generalizada de suficiente cantidad de recursos energéticos.
Por eso, si me alguien me preguntase: ¿cuándo será el peak-oil? Yo respondería: en cierta forma, ya ha llegado... ¿el sistema energético mundial garantiza el acceso universal a la energía que permita un desarrollo y sostenible?
El peak-oil ha muerto porque ha nacido el acceso universal a la energía.
Fuente:

¿No hay petróleo?

En los últimos diez años, Matthew Simmons ha sido el agorero de la industria petrolífera mundial, advirtiendo de que la producción global de crudo está a punto de alcanzar su máximo -un concepto conocido como el cenit del petróleo [peak oil]-, lo que podría impulsar el precio del petróleo muy por encima de 100 dólares por barril y desencadenar una crisis. Aunque la mayoría de la industria tacha sus advertencias de alarmismo sin justificación, poco a poco su opinión ha calado en algunos círculos de Wall Street y de Washington. Especialmente a medida que algunos de los grandes yacimientos de petróleo del mundo, como los del mar del Norte o México, comienzan a agotarse, lo que podría confirmar su teoría.

"En este momento, algo más del 25% de la producción mundial de petróleo proviene de países cuya producción ha alcanzado, con total certeza, su máximo", o lo que es lo mismo, está cayendo o a punto de hacerlo, dice Simmons.

"En 2007, sólo la probable caída de la producción en Reino Unido, Noruega y el yacimiento mexicano Cantarell sumará casi un millón de barriles al día de petróleo", añade. Hace sólo una década, hablar de caídas de la producción en esas tres áreas era, para muchos ejecutivos de la industria, algo herético.

Pero hoy, la Agencia Internacional de la Energía, el organismo que vela por los intereses petroleros de los países más ricos, estima que la producción cayó el año pasado en México en 100.000 b/d; en Noruega en otros 100.000 b/d, y en Reino Unido en 250.000 b/d. En total, un descenso de casi medio millón de barriles al día.

Un nuevo estudio, de la prestigiosa consultora Wood Mackenzie, añade alarma. Según este, el petróleo no convencional, como las arenas bituminosas de Canadá o el crudo extra-pesado de Venezuela, será probablemente la única vía para satisfacer el incremento de la demanda de hidrocarburos a partir de 2020.

"En 2025, el petróleo no convencional supondrá más del 20% del suministro de crudo mundial", afirma la firma con sede en Edimburgo en un informe titulado Hidrocarburos no convencionales: la oportunidad oculta. Wood Mackenzie estima que las reservas de petróleo y gas no convencional se sitúan en alrededor de 3.600 billones de barriles equivalentes, de los que sólo el 13% corresponde a los tipos de crudo no convencionales más fáciles de extraer.

"La producción de petróleo convencional en los países al margen de la OPEP probablemente alcanzará su máximo en la próxima década [...] lo que hace imposible que las compañías petroleras internacionales con ambición de crecer ignoren el crudo no convencional", dice la consultora.

Wood Mackenzie cree que "no está claro" si la producción de petróleo convencional del cártel aumentará lo suficiente a partir de 2020 como para compensar las caídas de la producción en otras regiones.

"Lo que más me sorprendió a mediados de los años noventa fue la ratio de agotamiento de los yacimientos", dice Simmons, quien preside su propio y exitoso banco de inversión, durante una entrevista con EXPANSIÓN en Londres. "La tasa se estaba acelerando en algunas zonas desde una caída anual del 3%-8% a un sorprendente retroceso del 20%".

Simmons explica que en aquel momento todavía no había enlazado el concepto de la tasa de agotamiento con el cenit de la producción. "Pero pronto me di cuenta que la caída de muchos pozos implicaba que en algún momento la producción de petróleo no podría seguir creciendo" al mismo ritmo que la demanda.

Teme, además, que la OPEP o, en concreto, Arabia Saudí, sean incapaces de elevar su producción significativamente. Simmons conmocionó a la industria en 2003 con su libro Ocaso en el desierto: el choque petrolífero saudí y la economía mundial [Twilight in the Desert: The Coming Saudi Oil Shock and the World Economy] en el que advertía de una mala salud de los yacimientos del reino. Arabia Saudí ha negado la veracidad de las afirmaciones de Simmons.
Fuente:

Crecimiento INsostenible


Os dejo un texto que me ha interesado mucho. En cierto modo, es la pieza del puzzle que me faltaba para comenzar a tener una imágen general de lo que está pasando y por qué. Creo que junto con la Teoría del Pico de Hubbert, son las mejores explicaciones al hecho del Cambio Climático, a la vez de la explicación más sencilla y lógica de cómo hemos llegado a esta situación.

Os recomiendo que lo leáis con atención, que le echéis un ojo al vídeo, y si creéis en lo que está diciendo, lo divulguéis. Tal vez a través de una conciencia colectiva podamos hacer algo, o no.

El siguiente artículo lo encontré en un blog que me parece muy recomedable: http://ninuclearniotras.blogspot.com/

[John Godless]




Lo oímos todos los días: el crecimiento económico sostenible es el adalid de la actual lucha diaria dentro de nuestra sociedad. Pero ¿Y si estuviéramos luchando contra viento y marea, no por un tesoro, sino por la ruina asegurada?

El Dr. Albert A. Bartlett es un profesor emérito de Física de la Universidad de Colorado en Boulder. Durante años ha estado impartiendo conferencias, más de 1.500, alertando de la trampa de los crecimientos porcentuales, esos crecimientos en los que se basan la inflación, la demografía y el consumo de recursos actuales. En sus presentaciones alegaba que “el mayor defecto de la raza humana es nuestra falta de habilidad para comprender la función exponencial”.

En Internet hay algunas grabaciones de sus conferencias, por ejemplo ésta titulada "Arithmetic, Population and Energy".



He rehecho en castellano el trabajo del Dr. Bartlett, adaptándolo a la realidad actual, con cifras, supuestos y ejemplos de nuestro entorno cotidiano. El documental, "Aritmética, Población y Energía. Los Fundamentos Olvidados de la Crisis Energética" es un vídeo de 52 minutos en el que se intenta demostrar que el crecimiento sostenible es una paradoja, un oxímoron, apoyándose en dos ideas: que porcentajes minúsculos de crecimiento porcentual proporcionan cantidades enormes en tiempos muy breves; y que los recursos del planeta donde vimos, por redondo que és, son finitos.

El profesor Bartlett ha sido, probablemente, uno de los acuñadores del término “economía de la Tierra plana”. Con la simpatía y el sarcasmo que le caracterizan solía explicar cómo no lograba idear, por mucho que se devanara los sesos, una hipótesis razonable sobre la que trabajar para enseñarles física a sus alumnos, pues la economía mundial funcionaba como si los recursos fueran a ser infinitos, es decir como si la Tierra fuera un plano (infinito) y no una esfera (finito); y él, en cambio, tenía que explicar a sus alumnos cosas como que los astronautas se sostienen en el espacio orbitando sobre esa Tierra en forma de plano infinito, o que el sol se pone cada día por el horizonte, allá al final de una Tierra infinita, o cómo daba la vuelta el sol a la Tierra plana infinita para volver a aparecer al día siguiente por el lado opuesto de tal plano infinito.


Fuente:

Causas del Cambio Climático (1)

Las causas son las emisiones de gases de invernadero ocasionadas por la extracción, producción, transformación, transporte y consumo de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), el transporte que emplea productos petrolíferos, la deforestación, la agricultura y la ganadería, y determinadas actividades industriales, como la fabricación de cemento.
Tras las emisiones, subyace un problema de equidad social y generacional. Los pobres apenas emiten, pero serán los que más sufran el cambio climático, al igual que las generaciones futuras, que no participan del consumo, pero padecerán las consecuencias, tanto de las emisiones como del agotamiento de recursos. En poco más de un siglo hemos consumido una parte considerable de los combustibles fósiles que la naturaleza tardó millones de años en formar, como hemos destruido los bosques, con la consiguiente pérdida irreversible de miles de especies y la funcionalidad de ecosistemas enteros.
La revolución industrial y el motor de combustión interna mejoraron hasta cotas insospechadas el bienestar material y la movilidad de una parte de la población (de unos más que de otros), pero a costa de alterar la composición química de la atmósfera y de iniciar un cambio en el clima, que sólo se podrá frenar con una profunda revolución en la forma de producir y consumir la energía que mueve la máquina económica.
La sostenibilidad es el único futuro posible, pero para enderezar el rumbo y frenar las emisiones habrá que sustituir sin prisa, pero sin pausa, los combustibles fósiles por energías renovables, a la vez que se mejora la eficiencia energética y, lo más difícil, las pautas de consumo de una parte de la población acostumbrada al despilfarro.La sostenibilidad es también una ecuación con tres variables: población, consumo por habitante y tecnología. La trampa es hacer sólo hincapié en las tecnologías milagrosas que permitirán mantener y aumentar los insostenibles consumos de los privilegiados, la verdad incómoda de Al Gore y tantos otros, ese factor que se obvia porque los privilegiados no quieren renunciar a viviendas cada vez más grandes, automóviles cada más potentes y vacaciones en las cuatro esquinas del mundo. Consejos dan, que para si no los enen.Tampoco se puede obviar la necesidad de acelerar la transición demográfica hacia la estabilización de la población, lo que requiere ineludiblemente repartir de forma más equitativa los recursos y las emisiones.
Las emisiones y el cambio climático son responsabilidad histórica del 15% de la población mundial, de esa parte de la población que en gran parte habita en Estados Unidos, Europa, Japón y Australia, y de las élites de los países del sur. Las emisiones de China e India crecen rápidamente, pero su responsabilidad histórica es mínima, porque hay que relacionar las emisiones con la población, y tener en cuenta las emisiones históricas del último siglo.

Causas del Cambio Climático (2)

Entre 1950 y 2000 Estados Unidos emitió el 27% (con una población que sólo representa el 4,6% del total mundial), Canadá el 2%, Europa Occidental el 24%, la antigua Unión Soviética el 15%, Japón el 5% y Australia y Nueva Zelanda el 1%. Latinoamérica sólo emitió el 4% y África el 2,5%. El resto del mundo, incluidas China e India, emitieron algo menos del 20%. Las emisiones históricas son el factor básico a la hora de repartir responsabilidades y asumir obligaciones, como en parte se tuvo en cuenta en el llamado mandato de Berlín y en el Protocolo de Kyoto, al establecer sólo obligaciones de reducción de emisiones en los países industrializados. Cualquier acuerdo post Kyoto deberá considerar las emisiones históricas, aunque Estados Unidos pretende dejarlas de lado, como quedó reflejado en una resolución del Senado donde literalmente se dice que no harán nada mientras los países pobres no asuman igualmente obligaciones de reducción de emisiones, se supone que en porcentajes parecidos. La disculpa es evitar la fuga de industrias y empleos a los países que, como China, no tienen obligación de reducir sus emisiones en una primera etapa, una especie de dumping del carbono, aunque Estados Unidos emite por habitante seis veces más que China, 10 veces más que Brasil y 20 veces más que India.
El análisis regional es clave, pero cualquier estrategia de reducción debe analizar los sectores que las ocasionan. La producción de electricidad causa el 25%, el transporte por carretera el 12%, la industria el 10%, la agricultura y ganadería el 13%, la deforestación el 18%, los residuos el 4%, los procesos industriales distintos de la combustión como la fabricación de cemento el 3%, el transporte aéreo el 2%, las emisiones fugitivas el 4% y el resto corresponde al consumo doméstico y terciario de energía.
Es relativamente fácil reducir las emisiones de la generación de electricidad (sustituyendo centrales térmicas de carbón por centrales de ciclo combinado de gas natural que emiten la tercera parte por Kwh. producido, o aún mejor, parques eólicos que no emiten nada), pero es mucho más difícil actuar sobre el transporte. Lo único sensato es reducir la demanda, promover la ciudad densa y con mezcla de actividades, y el cambio modal (desplazamientos en transporte público o ferrocarril en lugar de automóviles o aviones).
Ciertas alternativas, como los biocombustibles de primera y segunda generación (agrocombustibles realmente) crean muchos más problemas de los que resuelven, y el hidrógeno tardará mucho antes de que pueda producirse a costes razonables y a partir de las energías renovables. Claro que los biocombustibles permiten mantener un modelo insostenible de transporte en base al automóvil privado, y por eso se promueven, aunque sea a costa de poner en riesgo la seguridad alimentaria, esquilmar los ecosistemas, destruir la biodiversidad y ocupar las tierras necesarias para producir alimentos o destinarlas a otros usos no menos esenciales.
El transporte aéreo en términos porcentuales apenas llega al 2%, pero sus emisiones han crecido un 205% entre 1975 y 2003, y el crecimiento se acelerará en los próximos años, debido en buena parte a las compañías de bajo coste y al abaratamiento de las tarifas, que no reflejan el coste ambiental de sus emisiones de dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y las estelas que dejan, además del ruido y el enorme impacto de los aeropuertos sobre las poblaciones vecinas. De hecho, el keroseno de los vuelos internacionales está exento de impuestos. Las medidas voluntarias de "donar" pequeñas cantidades para plantar árboles que compensen las emisiones sirven de poco, excepto para tranquilizar la mala conciencia de algunos, y lo único razonable es penalizar fiscalmente los desplazamientos en avión y renunciar a todos los trayectos no necesarios en la era de Internet y las videoconferencias.

Consecuencias del Cambio Climático

En el pasado los cambios del clima se debieron a los ciclos del sol, a los cambios en la órbita de la Tierra o a erupciones volcánicas, factores que siguen presentes, pero por primera vez en la historia de la Tierra las actividades humanas (consumo de combustibles fósiles y deforestación, nuevos productos químicos que destruyen la capa de ozono como los CFC o que son potentes gases de efecto invernadero) son capaces de alterar el clima y de variar la composición química de la atmósfera.
Los signos del cambio climático apenas se han hecho notar, debido al efecto de enfriamiento de otros contaminantes como los aerosoles, pero ya asistimos a los primeros signos, como las olas de calor, la desaparición de numerosos glaciares de montaña y la subida del nivel del mar.
Los ecosistemas, al igual que la agricultura y múltiples actividades, están adaptados a unas determinadas condiciones, fruto de una larga adaptación evolutiva. La subida de las temperaturas, el aumento del nivel mar, la alteración del régimen de lluvias, de humedad y de vientos, en un plazo de tiempo relativamente corto, tendrá graves implicaciones, que apenas estamos empezando a entender. Para intentarlo, los modelos climáticos cada vez son más sofisticados y reconstruyen con mayor precisión lo que pueda suceder, a partir del análisis de los climas del pasado.
En general, lloverá más, pero dónde, es otra cuestión: en ciertas zonas lloverá mucho más y en otras mucho menos. La región mediterránea, incluida España, muy probablemente sufrirá aún mayores sequías, sobre todo en verano. Pero con toda seguridad aumentarán las temperaturas y es probable que se agraven las olas de calor, tan perjudiciales para la salud, como la que afectó a Europa en el verano de 2003. Es probable, aunque hay menos certidumbres, que aumenten los ciclones y huracanes. Las poblaciones pobres, que no tienen ninguna responsabilidad en las emisiones, serán las más afectadas. Bangladesh, donde los ciclones han matado a medio millón de personas desde 1970, y el Sahel, con sus lacerantes hambrunas y una pobreza extrema, son los paradigmas de esta nueva realidad.

Algunas Consecuencias más del Cambio Climático

El último informe del Grupo Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) vaticina que hay una gran probabilidad de que el calentamiento provoque que hacia 2020 entre 75 y 250 millones de africanos sufran escasez de agua y, en varios países, las cosechas se reducirán un 50%, agravando la crisis alimentaria. En 2080, las tierras áridas y semiáridas en África aumentarán entre un 5 y un 8%.
En Asia en 2050 se reducirá la disponibilidad de agua dulce, especialmente en las cuencas de los grandes ríos. Las pobladas regiones de los deltas de los ríos en el sur, este y sureste asiático, peligrarán por la subida del nivel del mar. Aumentarán las enfermedades asociadas con las inundaciones.
Australia y Nueva Zelanda sufrirán una pérdida significativa de biodiversidad en la Gran Barrera de Coral. Los problemas hídricos empeorarán en el sur y este de Australia y en Nueva Zelanda, afectando a la producción agrícola, ganadera y forestal. Los incendios forestales aumentarán de virulencia, al igual que las sequías cíclicas.
En Europa el cambio climático acentuará las diferencias regionales en el acceso a los recursos naturales. Aumentará el riesgo de inundaciones en numerosas zonas y crecerá la erosión y la desertificación en el sur de Europa. Igualmente retrocederán los glaciares de los Alpes y los Pirineos. El sur de Europa (España, Italia y Grecia) será la zona más afectada, a causa del aumento de las temperaturas y la sequía, la disminución de los recursos hídricos y los incendios forestales, reduciendo la producción hidráulica y la producción agrícola, afectando negativamente al turismo. Las olas de calor estivales afectarán a la salud de la población más desfavorecida, sobre todo los ancianos y los enfermos crónicos.
En Suramérica hacia mediados de siglo se producirá una gradual sustitución del bosque tropical húmedo por sabanas en la Amazonia oriental, con una gran pérdida de biodiversidad e importantes alteraciones en el ciclo hidrológico del que depende el importante sector agrícola y ganadero. La desaparición de los glaciares andinos afectará al suministro de agua y a la producción hidráulica.
En Norteamérica el calentamiento de las montañas Rocosas provocará inundaciones en invierno y descenso del caudal de los ríos en verano. En las primeras décadas del siglo, un moderado calentamiento será positivo para la agricultura, con aumentos de las cosechas del 5 al 20%, pero con importantes variaciones regionales. Las olas de calor empeorarán los problemas sanitarios, al igual que en el sur de Europa.
Las regiones polares serán de las más afectadas, a causa de la reducción del espesor del hielo, el aumento del nivel del mar y cambios en los ecosistemas, con graves efectos en las aves migratorias, mamíferos y grandes depredadores, y en las poblaciones indígenas que dependen de la pesca y la caza. Los pequeños estados isleños sufrirán el aumento del nivel del mar, la escasez de agua, las inundaciones y los fenómenos meteorológicos extremos.
El cambio climático acelerará la pérdida de biodiversidad en todo el mundo. Pequeñas variaciones en las temperaturas y en las precipitaciones pueden alterar complejos ecosistemas, sustentados sobre la interdependencia de miles de especies. La subida del nivel del mar afectará a manglares, arrecifes de coral, estuarios y sistemas dunares costeros.
Para afrontar el cambio climático se necesitaría una migración sin precedentes de plantas y animales, tanto en altitud como en latitud, una migración hoy imposibilitada por carreteras, campos de cultivo y todo tipo de barreras. La creación de corredores biológicos que conecten los ecosistemas, es una de las medidas de adaptación más apremiantes. Muchas especies podrán emigrar, pero otras muchas, como las situadas en las cumbres de las montañas o en las zonas árticas, no podrán hacerlo. La destrucción o la alteración de ecosistemas tendrán efectos realimentadores, al liberar el carbono acumulado en el suelo o en la vegetación, o el metano del permafrost de la tundra. La pérdida de especies a su vez reducirá las opciones de adaptación a nuevas situaciones. Igualmente proliferarán la invasión de especies alóctonas y oportunistas, así como las plagas. De hecho, el invierno y las bajas temperaturas son el mejor plaguicida y la forma óptima de mantener a raya a multitud de insectos y roedores, que ahora sobrevivirán en mayor número y extenderán su rango de acción a nuevas zonas.
El cambio climático supone una gran amenaza para el abastecimiento del agua, al cambiar el régimen de precipitaciones, acentuar los fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones, al aumentar la evapotranspiración y fundir los glaciares y las nieves que regulan los caudales de los ríos en épocas estivales. Una pequeña reducción de las precipitaciones, junto con el aumento de las temperaturas y la necesidad de mayor dotación hídrica de los regadíos, por el aumento de la evapotranspiración, reduciría de manera drástica la escorrentía y el caudal de los ríos. Los países más afectados serán los más pobres y localizados en las regiones secas.
Los efectos en la agricultura son complejos, y de hecho ésta siempre se ha adaptado a las demandas o a las circunstancias cambiantes. En algunos casos supondrá un aumento de la producción, al permitir cultivar zonas hoy muy frías de Rusia y Canadá, prolongar la época de crecimiento y reducirse las heladas, además del efecto fertilizador en algunas especies de plantas del aumento de las concentraciones de dióxido de carbono. Pero en otras zonas los efectos pueden ser graves, por el estrés térmico, la falta de agua, la erosión al abundar los fenómenos extremos y la extensión de plagas y enfermedades, que sobrevivirán a los fríos del invierno. Los peores efectos se darán en algunas zonas tropicales y subtropicales, donde vive la mayor parte de la población del Tercer Mundo.
El cambio climático puede afectar negativamente a la salud de la población, tanto por las olas de calor, como por ciertas enfermedades, que verán ampliado su radio de acción. El régimen de precipitaciones, la humedad y la temperatura, tienen una influencia determinante en la distribución de los agentes patógenos y transmisores que extienden ciertas enfermedades.
La subida prevista del nivel del mar puede afectar a millones de personas: cerca de cien millones viven a menos de un metro sobre el nivel del mar, y el 40% de la población mundial vive a menos de 100 km de la costa, en el área de influencia de temporales costeros, como la gota fría que afecta muchos años a las regiones mediterráneas, o el huracán Katrina que inundó Nueva Orleáns. La intrusión salina afectará a los ya sobreexplotados acuíferos costeros, reduciendo el abastecimiento de agua. También habrá que realizar enormes inversiones para mantener los puertos y otras costosas infraestructuras. Por cada centímetro que aumente el nivel del mar, desaparecerá un metro de playa, afectando de esta manera a una de las principales atracciones turísticas en países como España o Grecia. Muchas de las mayores ciudades del mundo están en la costa, ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Buenos Aires, Río de Janeiro, Barcelona, Valencia, Venecia, Londres, Lisboa, Lagos, Mumbai, Tokio o Shangai.

Cambiar de Políticas para evitar el Cambio Climático

Los desafíos de mitigar (reducir las emisiones) y adaptarse al cambio climático no tienen precedentes en la historia, y no podrá hacerse sin la cooperación y el acuerdo de la mayoría de los países, al ser la atmósfera un recurso común a donde van a parar las emisiones, cualquiera que sea el lugar en donde se hayan producido, afectando a todos.
Ya se ha transitado un buen trecho, desde la Conferencia de Toronto en 1988, el Convenio Marco de Cambio Climático en 1992 en Río, el Protocolo de Kyoto de 1997 y las negociaciones actuales, pero queda un camino aún más largo, hasta lograr reducir las emisiones actuales de un 60% a un 80%, que es lo necesario para evitar las repercusiones más graves del posible cambio climático.
Las diversas administraciones deben establecer planes claros para reducir las emisiones, incluyendo instrumentos fiscales (impuestos sobre las energías no renovables, incentivos a las renovables y a la eficiencia), supresión de las subvenciones a los combustibles fósiles y los presupuestos para llevarlos a cabo. Entre otras medidas se deben reducir los incendios forestales y la emisión de gases de invernadero, como el metano y el óxido nitroso, así como la producción y consumo de cemento, una de las principales fuentes de emisión de CO2, agravada por la construcción de autovías, carreteras y otras infraestructuras.
Una política de repoblaciones forestales con especies autóctonas de árboles y arbustos, en las zonas adecuadas, retiraría de la atmósfera grandes cantidades de CO2, frenaría la erosión, las inundaciones y las sequías, dado el efecto esponja de los bosques. Pero los bosques y los mares, aún actuando como sumideros, son incapaces de retirar la cantidad actual de CO2 emitida anualmente.
La reducción del consumo de carne, del empleo de fertilizantes, de las fugas de metano en la minería de carbón y en la red de gasoductos, o de la cantidad de residuos, es fácil de realizar. La fabricación de nailon y la de ácido nítrico son responsables de parte de las emisiones antropogénicas de óxido nitroso. La eliminación de los HFC no plantea ningún problema, pues hay alternativas viables y baratas, como el butano y propano (tecnología greenfreeze).
Los residuos generan importantes emisiones de metano. La reducción de la producción de residuos, el reciclaje, la prohibición de la incineración, el aprovechamiento de la materia orgánica para producir compost y el aprovechamiento del metano en los vertederos, son algunas de las medidas de una política de residuos adaptada al cambio climático.
El aumento de la eficiencia en los nuevos vehículos, y algunos programas para emplear gas natural y biocombustibles, sólo reducirán en un pequeño porcentaje el aumento previsto de las emisiones en el transporte. La reducción de los consumos unitarios de los vehículos, actuando sobre ellos o sobre la forma de utilizarlos, es necesaria pero insuficiente. Tanto o más importante es la reorientación hacia los modos más eficientes, como el ferrocarril, el transporte público y los modos no motorizados, y las actuaciones encaminadas a la gestión de la demanda y la moderación de la movilidad.
La política municipal debe ir encaminada a reducir la demanda, promoviendo la ciudad mediterránea densa, compacta y con mezcla de actividades, con barrios donde viviendas, trabajo y servicios estén próximos en el espacio, aminorando la segregación espacial y social de las ciudades, y limitando el crecimiento de las grandes áreas metropolitanas. El planeamiento urbanístico y territorial debe ir encaminado a promover la mezcla de actividades, y no la segregación, y a posibilitar la movilidad en transporte público, evitando los crecimientos urbanos y turísticos que consumen gran cantidad de espacio. El ferrocarril debería elevar su participación, pero para ello se requiere una clara voluntad política, materializada en las inversiones necesarias para mejorar el conjunto de la red, la seguridad, la gestión y los servicios, elevando las tarifas en una proporción inferior al del Índice de Precios al Consumo. Una política decidida, clara y bien estructurada, para reducir la necesidad de desplazarse, que no su posibilidad, y para orientar la demanda hacia los modos más eficientes de transporte, significaría una sensible reducción del consumo de energía, de la contaminación atmosférica y del ruido, menor ocupación de espacio, reducción del tiempo empleado en desplazarse, menor número de accidentes, inversiones más reducidas en la infraestructura viaria y una mejora general de la habitabilidad de las ciudades.
La eficiencia energética es la obtención de los mismos bienes y servicios energéticos, pero con mucha menos energía, con la misma o mayor calidad de vida, con menos contaminación, a un precio inferior al actual, alargando la vida de los recursos y con menos conflictos. Al requerirse menos inversiones en nuevas centrales y en aumento de la oferta, la eficiencia ayuda a reducir la deuda externa, el déficit público, los tipos de interés y el déficit comercial. La eficiencia energética debería incrementarse en un 2,5% anual. Las tecnologías eficientes, desde ventanas aislantes o lámparas fluorescentes compactas a vehículos capaces de recorrer 100 kilómetros con tres o menos litros de gasolina, o la cogeneración, permiten ya hoy proporcionar los mismos servicios con la mitad del consumo energético, a un coste menor. La cogeneración (producción simultánea de calor y electricidad), la mejora de los procesos y de los productos, el reciclaje y la reorientación de la producción hacia productos menos intensivos en energía, con mayor valor añadido, menos contaminantes, generadores de empleo y socialmente útiles, deben ser desarrollados. Las tecnologías hoy ya disponibles permitirán a la industria ahorrar entre el 10% y el 27% de su consumo actual de energía, según sectores, con una media del 16%. Los ahorros posibles en los usos domésticos y en los servicios podrían reducir a la mitad los consumos, con medidas como el aislamiento térmico, electrodomésticos más eficientes y las lámparas fluorescentes compactas.
Para aumentar la eficiencia es necesario que los precios energéticos reflejen todos sus costes, lo que no sucede en la actualidad. La reforma ecológica de la fiscalidad es uno de los instrumentos económicos clave para avanza hacia la sostenibilidad y frenar el cambio climático. La implantación de ecotasas, cuya recaudación se destine a mejorar la eficiencia y el empleo de energías renovables, es una necesidad acuciante, pero las ecotasas son sólo un primer paso de lo que debería ser una ambiciosa reforma ecológica de la fiscalidad, finalista o recaudatoria. La imposición de un etiquetado energético obligatorio de los aparatos eléctricos, y la reforma de las normas de edificación para mejorar el aislamiento térmico, pueden reducir el consuno de energía en el sector residencial. Se deben promover los programas de Gestión de la Demanda, encaminados a aumentar la eficiencia y a prestar los mismos servicios con un consumo menor, más megavatios y menos megavatios. La Planificación Integrada de Recursos, o Planificación al Menor Coste, tienen como fin evitar el crecimiento del consumo energético al tiempo que se satisfacen los servicios que precisa la sociedad, y se debe implantar de forma real, especialmente en el sector eléctrico.
Las energías renovables podrían solucionar muchos de los problemas ambientales, como el cambio climático, los residuos radiactivos, las lluvias ácidas y la contaminación atmosférica. Las energías renovables podrían cubrir algo más de un tercio del consumo de electricidad en pocos años, y a largo plazo permitirán reducir las emisiones de dióxido de carbono, avanzando hacia un modelo energético "descarbonizado".La producción de hidrógeno es un proceso aún inmaduro tecnológicamente y cuya viabilidad económica es necesario demostrar, lo que requerirá enormes inversiones en investigación; cuando se logre producir hidrógeno comercialmente, a precios competitivos, y a partir de dos factores tan abundantes como son el agua y la energía solar, los problemas energéticos y ambientales quedarían resueltos, pues el hidrógeno, a diferencia de otros combustibles, no es contaminante. En cualquier caso una economía basada en el hidrógeno como combustible secundario es un objetivo aún muy lejano e incierto. El hidrógeno servirá para almacenar la energía solar y eólica cuando no haya sol o no sople el viento, y alimentará a las pilas de combustible hoy en desarrollo, y que en un futuro no muy lejano puede llegar a ser una importante fuente de producción descentralizada de electricidad a pequeña escala, sin apenas impactos ambientales. Las pilas de combustible también sustituirán a los motores de combustión interna de los automóviles.
Pero también existen soluciones duras, y que nos conducen a perpetuar la insostenibilidad ambiental y social, y son quizás las que van a ser promovidas con mayor entusiasmo por los que quieren que el cambio climático no suponga ningún cambio sustancial. Los agrocombustibles, la energía nuclear de fisión y de fusión y la captación y almacenamiento de carbono, para explotar las grandes reservas de carbón y otros hidrocarburos no convencionales, son las opciones preferidas por quienes crearon y alimentaron la insostenibilidad, cuyo mejor ejemplo es el propio cambio climático.
Fuente:
Artículo publicado en la revista World Watch Nº 28
http://www.nodo50.org/worldwatch/

¿Nacionalizar el Agua Embasada?


Las empresas embotelladoras han advertido de que la nacionalización de las aguas minerales y termales repercutirá en el bolsillo de los consumidores y afectará de lleno a las inversiones futuras. Un sector que mueve al año más de 1.100 millones de euros y emplea a 4.500 personas.


En la Tierra existe la paradoja de que, aunque el 71% de la superficie total es agua, el hombre sólo dispone de un 1% para su consumo. Y aún así, los habitantes de este planeta azul beben más de 148.000 millones de litros de agua envasada anuales, de los cuales 6.450 se venden en España.
En este escenario, el agua envasada se ha convertido en un gran negocio que sólo en España movió durante 2005 cerca de 1.100 millones de euros y empleó a 4.500 personas. Estas cifras de inversión ponen de manifiesto la buena salud de este sector, que se ha colocado en el segundo lugar de Europa en consumo per cápita (143 litros), sólo superado por Italia, y cuyo crecimiento ha sido del 9,5%, cuatro puntos más que en el año anterior. Pero el grifo inversor en este mercado puede cerrarse de golpe si prosperan los planes del Ministerio de Industria, que prevé nacionalizar las aguas minerales y termales para «integrarlas dentro del resto de recursos hidrológicos del país, considerados de dominio público».


La alarma de una intervención estatal -que supondría una concesión de 60 años y el pago de los correspondientes impuestos a los ayuntamientos- ha puesto en pie de guerra a las empresas embotelladoras, que ya han anunciado que el principal afectado de esta operación será el consumidor. «Si el Gobierno cambia las reglas del juego habrá que elevar el precio final para hacer frente a los nuevos impuestos», lamenta Irene Zafra, gerente de la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasada (Aneabe).


Otra consecuencia inmediata que apuntan fuentes del sector será que las grandes compañías dejarían de realizar las multimillonarias inversiones que se han llevado a cabo desde 2003, por lo que el impulso que ha ido tomando este mercado correría el riego de desinflarse.


A la vista de los últimos datos de inversión y facturación de las empresas envasadoras, una retirada de las multinacionales sería nefasta. En 2005, un selecto grupo de nueve compañías acapararon el 60% del volumen total de este negocio y el 70% de las ventas. Danone, dueña de Font Vella y Lanjarón, lidera el mercado con un 26,7% del total de la cuota de mercado. A ella se suman otras grandes compañías como Nestlé Waters (Aquarel y Nestlé Pure Life), Grupo Leche Pascual (Pascual Nature, Bezoya y Cardó) o Grupo Vichy Catalán (Vichy Catalán y Mondariz entre otras).


El resto del mercado se lo disputa un pelotón de más de 140 empresas regionales que subsisten a la sombra de las grandes corporaciones con unas cifras de distribución y facturación mucho menores. Esta atomización, según apuntan en Nestlé, «genera una brecha enorme entre las grandes compañías, que operan con una amplia red de distribución para ahorrar costes, y el resto de empresas».


Así, la guerra de precios en el sector del agua envasada en España es cada vez mayor. Mientras los grandes grupos ganan terreno con precios muy competitivos, las pequeñas empresas se ven obligadas a competir con precios que en algunos casos están por debajo del coste de producción y distribución. Ello explica que España sea uno de los países europeos con el precio del agua más bajo, casi la mitad que Francia, Italia o Gran Bretaña.


En cualquier caso, y a pesar de que sólo un 1% del agua envasada en España se exporta a otros países, este mercado vive hoy su mejor época. El ímpetu con que las compañías han transmitido a los consumidores la asociación agua-salud y la conciencia de ahorro de agua ante un futuro previsiblemente seco, han logrado que, al menos en envase, el agua para los próximos años esté garantizada.

Contador de Agua para Grifos


El creador de este práctico dispositivo, Yu Guoqu, predica los resultados de una investigación: “El consumo de agua podría disminuir un 20% simplemente haciéndolo visible”. Y es que todo lo medible siempre nos llama la atención.
Todos miramos constantemente nuestros relojes, y siempre que vemos que cualquier tarea nos está llevando más de lo esperado, nos apresuramos para terminarla, o aceleramos el paso si llegamos tarde a un encuentro. Guoqu aplicó esta idea a conceptos ambientales, e imaginó que el consumo de agua podría ser reducido si una persona pudiera ver, al instante, la cantidad de agua que estaba consumiendo.
iSave se adapta a grifos o duchas, y su lector (que usa la energía del agua para funcionar) muestra en números grandes y claros la cantidad de agua que está corriendo. Mientras el consumo sea moderado, los números se mostrarán en azul, pero se pondrán rojos cuando te estés excediendo. Sin duda el color rojo y los números aumentando a la velocidad que corre el agua, te darán una sensación de urgencia para apagar ese grifo.
Idealmente iSave será usado en lugares públicos, como baños de hoteles, aeropuertos y centros comerciales. Fácil de usar, fácil de entender, sólo queda tu actitud ecológica.
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Nueva York y Roma contra el Agua Embotellada

Los ayuntamientos de Nueva York y Roma apuestan por reducir el consumo de agua embotellada como medida contra la contaminación medioambiental.

Beber agua embotellada es una manera de contaminar. Es más sano y más barato beber del grifo. Esta es la última recomendación de los ayuntamientos de varias ciudades de todo el mundo entre los que se encuentran Nueva York y Roma. 29 años después de que la primera botella de plástico con agua saliese al mercado -desde entonces su consumo ha aumentado un 2000%- ambos consistorios han decidido comprometerse públicamente para fomentar el consumo de agua del grifo y ayudar así a la protección del medioambiente.

La iniciativa, que según informan varios periódicos italianos y estadounidenses parte del acuerdo con varias organizaciones protectoras del medioambiente, nace porque, según estos grupos, cuatro de cada cinco botellas de agua de plástico acaban tiradas en el campo y su producción, además, contribuye al calentamiento global.

En Estados Unidos, ciudades como Salt Lake City se han sumado ya a la campaña iniciada por el ayuntamiento de Nueva York, y en estados como California el agua del grifo es la única posibilidad en restaurantes y bares. Por su parte, la Bottle Water Association (Asociación de Agua Embotellada) estadounidense no ha tardado en hacer público su rechazo y su preocupación por introducir materiales biodegradables en la producción de botellas de plástico para ayudar a su reciclaje.

Y al otro lado del Océano Atlántico, Roma no ha tardado en sumarse a la iniciativa. El ayuntamiento de la capital italiana ha hecho también públicas las recomendaciones contra el consumo de agua mineral embotellada con una campaña clara y concisa: "No bebáis de la botella, contamina".
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Compensación de CO2 en San Francisco


Los programas y ofertas de compensación de emisiones han crecido como la espuma en los últimos meses. La mayoría realizan sus actividades en lugares remotos: replantando árboles en algún bosque tropical de Indonesia o Brasil, o construyendo turbinas eólicas en algún sitio, lo que para algunos puede ser fuente de desconfianza.

La ciudad de San Francisco, como no podría ser de otro modo, ha decidido crear su propio plan de compensación, realizando estas actividades en la misma ciudad.

A partir de ahora, los trabajadores y funcionarios de la ciudad calcularán el coste en toneladas de CO2 de sus viajes y actividades, y deberán compensarlas en alguna de las actividades que se establezcan en la ciudad, desde la instalación de paneles solares a la investigación de conservación energética, pasando por la creación de nuevas zonas verdes.

En una segunda fase del plan, los ciudadanos también podrán participar en la compensación de sus emisiones. Y todo esto sin ningún coste adicional para ellos, los ciudadanos, como ya viene siendo costumbre en San Francisco, pero no en otros lugares.
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