30 dic 2007

Resumen de la Semana



Bueno, no quería faltar a mi cita ¡diaria! con esta caja de recortes.
En un principio sólo quería recojer en un mismo sitio, todas las noticias, blogs, y ginas webs que me interesaban sobre cambio climático, y sus consecuencias en la economía y las poblaciones. Como veis, era sólo una cuestión de orden, no pretendía hacer algo para los demás, de hecho, no está pensado en que lo lea más gente que yo.
Por otro lado, tengo por costumbre, y os la recomiendo a todos, que antes de hacer algo leo todo lo que encuentro y puedo sobre ese tema, me informa,estudio, practico, y finalmente me tiro a la red como quien dice. Así que leí que si copiabas un artículo de otro blog era de buena educación mandarle un mensaje avisándole al autor. Yo así lo he hecho, se los he mandado para comentarles que les estaba copiando, les he puesto la dirección de donde podrían ver el blog y opinar de como había quedado su trabajo, y hacer cualquier comentario y sugerencia.
Os recomiendo que aviséis a los autores porque los resultados son increíbles. Todos ellos lo han agradecido (lo cual me hace pensar que no es una costumbre tan común), algunos me han propuesto colaboraciones, o te dan consejos, o algunas ideas para nuevos post o artículos. A veces te recomiendan otros blogs interesantes. En fin, es una sana costumbre que os recomiendo, yo seguiré con ella.
Esta semana he subido 34 artículos. Tengo pendientes mucho más, pero después de estar pensándolo, quiero ir poco a poco. Los voy a ir subiendo a medida que me los haya estudiado, y también me gustaría ir comentándolos. También quiero ir subiendo artículos de objetos, normas, ejemplos destacables o utensilios que sean beneficiosos, o no malos, para el medio entorno. Que el blog no sea tan teórico, que hayan ejemplos de buenas prácticas que puedan servir de ejemplo.
Bueno, estos son mis objetivos, como veis de ser un sitio de opinión se está convirtiendo en un punto de reunión. No era mi intención, pero...
Me gustaría que la gente dejara comentarios, o más sugerencias, o incluso aquellos que tenéis un artículo interesante pero no disponéis de blog, ni pensáis tenerlo, me lo enviarais para publicarlo ( ¡y obviamente, reseñar el autor! no yo). También me gustaría difundirlo entre más gente, sobre todo los más jóvenes, pues pienso que son las herramientas del cambio.
Así que, animaros a dejar comentarios, copiar y enlazar cuanto queráis, no hay problema (sí me gustaría que luego me lo comentarais), recomendad y difundid.
Un saludo
[John Godless]

29 dic 2007

Biodiesel, sí, pero...


El aluvión de proyectos de plantas de biodiesel (14 en Andalucía) y la presencia en algunas gasolineras coincide con el debate reabierto del fin de la era del petróleo y la posibilidad o no de encontrar alternativas que lo reemplacen. Al mismo tiempo, voces críticas argumentan que analizando el ciclo de vida de los biocarburantes, estos se revelan como insostenibles, al requerir una enorme cantidad de productos químicos y arrastrar todos los males de la agricultura intensiva.

Sin embargo, las ventajas de los biocarburantes, biodiesel y bioetanol, son indiscutibles: el biodiesel reduce las emisiones de partículas y monóxido de carbono, evita la contaminación por hidrocarburos aromáticos y óxidos de azufre, ofreciendo mayor rendimiento al motor. Las plantas de biodiesel, no obstante, son auténticas instalaciones industriales, que requieren del acopio de materia prima (aceites de girasol, soja, colza y palma), para hacerla reaccionar con metanol y obtener el biodiesel como carburante y glicerina como subproducto. En todo este proceso se necesita incorporar una serie de reactivos y de catalizadores (sosa, ácidos,...) y se producen emisiones procedentes de este proceso de refino, en un proceso que se llama transesterificación.
Los ésteres de metil de ácidos grasos, que es el nombre técnico del biodiesel, presentan un balance neto de CO2 igual a cero, porque este gas emitido en su combustión es el mismo que fijó la planta de procedencia al realizar la fotosíntesis. En este sentido, los biocarburantes se convierten en un valioso aliado para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, con el CO2 a la cabeza. Bien es verdad, sin embargo, que otros gases de efecto invernadero (GEI) sí van asociados a los cultivos agrícolas, como es el caso del gas metano y del óxido nitroso.
El compromiso del Plan de Energía Renovable español de alcanzar en 2010 un 5,8% de carburantes de origen vegetal, está suponiendo una fuerte aceleración para introducir el biodiesel en las gasolineras. Empresas líderes en energías renovables se están aliando con las petroquímicas para sacar adelante plantas de biodiesel: es el caso de Abengoa y Acciona, aliadas respectivamente con Cepsa y Repsol.

La instalación de una planta de biodiesel con una capacidad de 5.000 toneladas al año representaría evitar la emisión de:


160 toneladas de CO2
27 toneladas de CO
3 toneladas de partículas
7,7 toneladas de hidrocarburos.


El único inconveniente en cuanto a la contaminación atmosférica sería el incremento en las emisiones de los óxidos de nitrógeno.
Pero mucho mejor que utilizar aceites vegetales vírgenes es reciclar aceites de fritura usados; es el caso de la planta Albabio en Nijar (Almería), que producirá anualmente 6.000 toneladas de biodiesel y la planta de Ekosur en Peligros (Granada) que también procesará aceites vegetales usados.
En la actualidad, los cultivos energéticos cuentan con una prima anual de 45 € por hectárea. Además, los gravámenes que pesan sobre los combustibles fósiles (53% para la gasolina y 45% para el gasóleo) están exentos para los biocarburantes. Si además contemplamos un panorama de abandono de tierras de cultivo, instado por la Política Agrícola Común (PAC), que ha provocado en el último año el abandono o cambio de cultivo en España de más de 500.000 hectáreas, la perspectiva de introducir cultivos energéticos en estas tierras abocadas al abandono debe ser apoyada. Cuando esta política lamentable de desligar o desacoplar los pagos de la producción agrícola llegue al absurdo de pagar el 100% a los agricultores cesantes (en la actualidad es del 75%), la necesidad de ofrecer futuro y renta a la población rural es imperiosa.
Los cálculos de la producción de biocombustibles en España hablan de una producción de 2 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep) de las cuales 750.000 toneladas serían de bioetanol y 1.250.000 de biodiesel. De esta última cantidad, los cálculos del Plan de Energías Renovables reparten un millón de aceites vegetales puros y el resto de aceites usados. En el caso del bioetanol, la remolacha puede ser la mejor salida para mantener este cultivo después de la última reforma europea. En el año 2006 el cultivo de materias primas para biocombustibles fue de 223.000 hectáreas en España, sembradas sobre todo en Castilla la Mancha y Castilla León. Que muchos proyectos de biodiesel se instalen en puertos marítimos es una mala señal, indicativa de que van a recurrir a importaciones de aceites vegetales en masa.


¿Qué requisitos deberíamos exigir a los cultivos agrícolas energéticos?


El primero que no compitan con cultivos alimentarios básicos. Es prioritario ofrecer una buena alimentación a la humanidad por encima de las ventajas del desplazamiento con carburantes limpios. Tampoco es aceptable que destruyan zonas forestales valiosas, nunca un cultivo energético debe suponer la pérdida de una sola hectárea de bosque. Además la promoción de este tipo de cultivos debe suponer un precedente para no repetir todos los errores de la agricultura intensiva actual: uso abusivo de suelo, empleo masivo de pesticidas y fertilizantes, despilfarro de agua, etc.
En este sentido, las primas y ayudas a estos cultivos deberán reflejar este criterio de manera progresiva, es decir, deberán ser mayores cuanto menor sea la utilización de técnicas y productos propios de la agricultura intensiva. Es una gran ocasión para poner en marcha proyectos de cultivos energéticos basados en la agricultura de conservación o incluso de agricultura ecológica. Por último, el empleo de organismos genéticamente modificados debería estar totalmente erradicado.
Si además investigamos otras materias primas como pueden ser el cardo o el fitoplancton, los biocarburantes pueden representar un factor de I+D muy importante. España es ya un país líder en energía eólica y solar; la oportunidad de que pase algo parecido con los biocombustibles está a la vuelta de la esquina. Sólo hace falta determinación, iniciativa y evitar errores. Tan negativo es la promoción de los biocarburantes sin cautela ninguna y al servicio descarado del beneficio económico, como negarles el pan y la sal en función de que no son “sostenibles”.
Los análisis del ciclo de vida (ACV) de estos productos nos intentan demostrar su carácter insostenible e ineficiente, pero estas valoraciones son muy discutibles. El ACV es un proceso que evalúa las cargas ambientales asociadas a un producto, identificando y cuantificando el uso de materia y de energía y los impactos al entorno. Si repetimos lo peor de la agricultura actual está claro que pondríamos en juego cultivos antiecológicos, pero hay otra forma de hacer las cosas, evitando los intercambios desiguales, asegurando la sostenibilidad y poniendo en juego otras alternativas simultáneas de energías renovables, de ahorro y de eficiencia. No queremos que la que salga ganando sea la agroindustria ni la agricultura volcada a al exportación, sino que los cultivos energéticos sean un factor de fijación de rentas agrarias y de población que viva en y del campo.
Mientras estas premisas se ponen en práctica, ¿qué tal si la Administración pregona con el ejemplo, obligando a que toda su flota de vehículos se mueva con biocarburantes? Y también todos lo autobuses urbanos, lo cual descongestionaría un poco nuestros maltrechos pulmones.
Para evitar engaños, no estaría de más una certificación que garantizara la correcta implantación de estos cultivos, como ha empezado a hacer la Mesa por un Aceite Sostenible, en la que está Adena y la Asociación de Productores de Energías Renovables. También se precisa de un completa información para el usuario, de forma que sepa la procedencia y el porcentaje del combustible limpio que está introduciendo en su depósito; no es lo mismo un aditivo que se extrae del bioetanol, como es el ETBE, que una mezcla con gasolina, que un carburante 100% vegetal. Al consumidor ha de dársele toda la información para que su conducta sea lo más favorable para el medio ambiente posible.

Fuente:
http://www.ecologistasenaccion.org/spip.php?article7249
Daniel López Marijuán, Ecologistas en Acción de Andalucía

Sólo tecnología no es suficiente para parar el Cambio Climático

El mundo no debe perder su segunda oportunidad para abordar de manera radicalmente diferente el consumo de energía.

Hay un fuerte sentimiento de déjà vu en la sombría imagen que la Agencia Internacional de Energía (AIE) - a veces descrita como "el guardián del mundo rico"- delineó la semana pasada sobre lo que será el consumo de energía global en las próximas dos décadas, y sus consecuencias para el cambio climático (ver '
China, India must adopt sustainable energy plans').
Al comienzo de la década del setenta, el conflicto abierto entre los estados árabes e Israel disparó los precios del petróleo hasta las nubes. Simultáneamente, el Club de Roma y otras organizaciones advirtieron que el mundo estaba en riesgo de quedarse sin muchos de sus recursos naturales clave. Ambos eventos llevaron a extender llamados para una masiva inversión en fuentes renovables y alternativas de energía, y en nuevos estilos de vida que no tuvieran un consumo intensivo de energía.
Siguieron algunos movimientos internacionales y nacionales en esa dirección – se crearon la AIE y ministerios de energía, por ejemplo. Pero en general la advertencia fue ignorada. Y cuando los precios del petróleo bajaron en los 80, se evaporó el ímpetu político para hacer un cambio radical.
La temeridad de esa miopía regresa ahora en forma de calentamiento global para atormentar al mundo desarrollado. Si la lección de los 70 hubiera sido atendida adecuadamente, aún cuando el riesgo de un cambio climático inducido por el ser humano no era sospechado entonces, estaríamos en mucho mejor posición para hacer frente a la amenaza que supone hoy.

China e India como contribuyentes

Cualquier duda sobre la gravedad de no tomar acción se disipan con una aguda lectura del informe de la AIE, 'Pronóstico Mundial de Energía 2007'. Aunque éste se enfoca en el riesgo particular impuesto por la evolución de China e India hacia economías poderosas, tiene importancia comparable, si no mayor, con el resto del mundo.
El informe señala que si las naciones continúan con las políticas existentes, en lo que describe como un "escenario de referencia", las necesidades mundiales de energía subirán más de 50 por ciento para el 2030, si se compara con las de hoy (y las emisiones de carbono serán 57 por ciento más altas). China e India sumarán casi la mitad de ese aumento en la demanda primaria de energía, y, de continuar su crecimiento económico, se duplicará su consumo de energía en los próximos 25 años.
Algo mucho peor se predice para el "escenario de alto-crecimiento” que se anticipa en las economías de China e India. Esto significaría un aumento adicional de 21 por ciento en la demanda de energía de esos dos países en 2030, y otro 7 por ciento de aumento en las emisiones globales de dióxido de carbono.
Un crecimiento más modesto en la demanda de energía, basado en las políticas de gobierno que están en consideración, llegaría a una nivelación de las emisiones de dióxido de carbono en 2020 a través, por ejemplo, de una adopción masiva de estándares más fuertes de eficiencia energética. Pero incluso bajo este "escenario alternativo", el informe de la AIE predice que las emisiones globales de dióxido de carbono seguirían creciendo en un 25 por ciento para 2030.

Controlar los gases de efecto invernadero

Sólo bajo el "escenario de estabilización" – descrito en el informe como una manera de alcanzar la estabilización a largo plazo de los gases de efecto invernadero en la atmósfera- en 2030 bajarían drásticamente las emisiones globales de dióxido de carbono por debajo de los niveles de 2005. Esto se podría lograr a través de mejorar la eficiencia en las industrias, edificios y transporte, cambiar a energía nuclear y fuentes renovables, y expandir el desarrollo de captura y almacenamiento de dióxido de carbono.
Pero esto requerirá de "avances tecnológicos sin precedentes, que implicarán costos sustanciales". De hecho, una de las principales recomendaciones del informe es "un aumento sustancial [...] en la financiación pública y privada para la investigación, desarrollo y demostración de tecnología energética, que se mantiene por debajo de los niveles alcanzados a principios de los 80".
La tarea tiene precedentes. Como lo han demostrado ampliamente en el pasado países como Estados Unidos, los programas intensivos de investigación y desarrollo -por ejemplo, para construir bombas atómicas o poner un ser humano en la Luna- son perfectamente viables, si se da una adecuada movilización de recursos económicos y humanos y, sobre todo, de voluntad política.
El calentamiento global es más una amenaza, que los factores que impulsaron a la acción en ese entonces a Estados Unidos, frente a Japón y a la Unión Soviética, respectivamente. No hay razón para que un compromiso político como ese no se genere globalmente para estimular un tipo similar de respuesta. Esa debería ser una tarea a alcanzar por los signatarios de la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas cuando se reúnan en Bali el próximo mes.

Tomar medidas drásticas sobre el consumo de energía

Pero no será suficiente desarrollar nuevas tecnologías para conseguir los términos del escenario de estabilización. Igual de importante es la tarea política de hacer que la gente en todo el mundo abandone las prácticas de alto consumo de energía, el único camino para crear una sociedad globalmente sostenible. Al final esto significa reducir el poder de aquellos cuya influencia política se apoya sobre esas prácticas, como las industrias automotriz y petrolera.
El calentamiento global es ampliamente reconocido como la mayor "falla del mercado" que el mundo ha experimentado. El informe de Pronóstico Económico -elaborado por una organización que, como parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), representa los intereses energéticos de las sociedades capitalistas líderes del mundo- lo reconoce implícitamente. Como dijo Nobuo Tanaka, director ejecutivo de la AIE, la semana pasada, "todos los países deben tomar una acción vigorosa, inmediata y colectiva para poner freno a la demanda de energía fuera de control".
Irónicamente, aún cuando China está identificada como el mayor contribuyente de la inminente crisis energética global, también está a la vanguardia de las potenciales soluciones políticas. La combinación de un compromiso sustancial con la investigación en energía renovable, y la voluntad de imponer restricciones draconianas a las tecnologías de consumo energético, es el único camino que tiene tanto China, como el resto del mundo.
En la década del setenta, la falla de aquellos que adoptaron escenarios de tecnología alternativa para asumir la naturaleza política del desafío que enfrentaban llevó a la marginalización de sus ideas. Sería una tragedia -posiblemente irreversible en este momento- si se volviera a repetir la historia.
Fuente:
http://es.corank.com/tech/framed/con-slo-tecnologa-no-se-resuelve-la-cr
David Dickson
Director, SciDev.Net, y autor de Alternative Technology and the Politics of Technical Change (London, 1973).

28 dic 2007

¿Hay petróleo?


Al igual que en el post anterior hacíamos mención de las teorías del Peak Oil, en este hemos incluído algunas críticas, o más bien matizaciones a dicha teoría. Creo que el debate y la crítica son las mejores herramientas para aprender, y por eso también hemos incluído aquí esta postura.
De igual forma, y como en el post de Crecimiento INsostenible, el blog nos parece absolutamente recomendable, está muy documentado y hay gran cantidad de artículos razonados y comentarios que aportan nuevos puntos de vista e ideas
He incluído un artículo muy bien escrito que aparece en indarki donde se realizan matizaciones a la teoría del peak oil, para terminar con la siguiente afirmación : "El peak-oil ha muerto porque ha nacido el acceso universal a la energía".
Trabajo hay, pongámonos mano a la obra
[John Godless]
Hay una corriente de opinión energética con gran repercusión en la red que defienden y difunden las teorías sobre el cénit del petroleo, en inglés, peak-oil (primer principio básico para entender el mundo de la energía)
En los grandes medios esta corriente no está muy representada, salvo aquellos artículos que hablan del "fin de la era del petróleo barato". Así que escasamente llega al gran público. Además, creo que el hecho de que se vaya a "acabar" el petróleo preocupa poco; es fácil que en conversación de bar aparezca el argumento de "algo inventarán" (
cuarto principio). Y a priori, razones para pensarlo no les falta, ya que se oyen muchas noticias sobre los progresos y evolución de las energías renovables, investigación y desarrollo de tecnologías energéticas, de los ciclos combinados de gas, del hidrógeno. Y siempre está en la recámara la energía nuclear o el carbón, por no decir que eso de la "fusión nuclear" siempre le suena a alguien. Puede que una por una, podríamos ir tirando casi todas las alternativas y las que queden no sean capaces de afrontar ese peak-oil, pero a bote pronto, esas alternativas son parte del imaginario colectivo que apuntala la creencia de que habrá un desarrollo tecnológicio que suplirá la escasez del petróleo.
Al contrario que el peak-oil, sí que preocupa el cambio climático, que ha acabado en los medios y tiene mucho que ver con el mundo energético y la economía petrolizada. ¿Para qué preocuparse del peak-oil si el cambio climático viene antes y las medidas a tomar son similares? Esto ha sido un auténtico torpedo en la línea de flotación de los que trabajan por difundir el peak-oil.
El problema, sin embargo, es que el concepto de peak-oil y sus teorías se han quedado obsoletas. Vale que hay una cantidad de petróleo limitada, que a efectos prácticos se "acabará" y antes o después, si la economía sigue petrolizada, su precio subirá mucho y se generarán conflictos derivados del control de este recurso... pero hasta aquí podemos aprovechar las teorías sobre el peak-oil.
Las hipótesis y las bases del desarrollo de las
teorías de Hubbert (padre del peak-oil tienen muy poco que ver con la situación actual y aunque en su momento fueron un gran avance para entender el mundo energético, quedarnos en esas teorías es quedarse atrás: no es igual hablar de un mercado nacional (como el estadounidense, que estudió Hubbert) que uno multinacional y segmentado por países donde la política juega un papel vital. El desarrollo tecnológico es diferente, los mecanismos de mercado también y el resultado y efectos de este peak-oil no tiene nada que ver con lo que en su día pudo llegar a pensar Hubbert para el mercado americano de los años 60 y 70.
No digo que no exista (o pueda haber) un peak-oil, sino que dudo que los modelos matemáticos que desarrolló Hubbert puedan utilizarse actualmente para determinar puntos tan concretos como fechas del cénit de producción. ¿Realmente habrá un sólo cénit? ¿Para todos los países y regiones? Son muy diferentes los desarrollo tecnológicos en las diferentes partes del mundo, muy diferentes las necesidades energéticas, los mercados y su capacidad de adaptación ¿va a ser a la vez el cénit en una economía liberal que en una controlada por el estado con los recursos energéticos nacionalizados? El concepto de peak-oil se ha quedado obsoleto por dos razones:
- Es más global: no sólo es una cuestión de producción, sino también de economía, de política, de tecnología, cultural y de capacidad de adaptación al cambio de la sociedad.
- Es más particular: ese cénit de la producción de petróleo o mejor dicho, sus efectos como cénit se van a fraccionar y particularizar, en cada región y en cada país en función de los aspectos que acabo de mencionar ¿cómo vamos a hablar del cénit del petróleo cuando en cada sitio es diferente, tanto en fecha, como en intensidad y en efectos? Incluso en algunos sitios ni llegarán a saber cómo es eso.
El peak-oil tiene que evolucionar a un concepto más amplio. Si antes se pensaba en la escasez generalizada de un recurso energético concreto como es el petróleo, ahora debemos pensar en suministrar de forma generalizada de suficiente cantidad de recursos energéticos.
Por eso, si me alguien me preguntase: ¿cuándo será el peak-oil? Yo respondería: en cierta forma, ya ha llegado... ¿el sistema energético mundial garantiza el acceso universal a la energía que permita un desarrollo y sostenible?
El peak-oil ha muerto porque ha nacido el acceso universal a la energía.
Fuente:

¿No hay petróleo?

En los últimos diez años, Matthew Simmons ha sido el agorero de la industria petrolífera mundial, advirtiendo de que la producción global de crudo está a punto de alcanzar su máximo -un concepto conocido como el cenit del petróleo [peak oil]-, lo que podría impulsar el precio del petróleo muy por encima de 100 dólares por barril y desencadenar una crisis. Aunque la mayoría de la industria tacha sus advertencias de alarmismo sin justificación, poco a poco su opinión ha calado en algunos círculos de Wall Street y de Washington. Especialmente a medida que algunos de los grandes yacimientos de petróleo del mundo, como los del mar del Norte o México, comienzan a agotarse, lo que podría confirmar su teoría.

"En este momento, algo más del 25% de la producción mundial de petróleo proviene de países cuya producción ha alcanzado, con total certeza, su máximo", o lo que es lo mismo, está cayendo o a punto de hacerlo, dice Simmons.

"En 2007, sólo la probable caída de la producción en Reino Unido, Noruega y el yacimiento mexicano Cantarell sumará casi un millón de barriles al día de petróleo", añade. Hace sólo una década, hablar de caídas de la producción en esas tres áreas era, para muchos ejecutivos de la industria, algo herético.

Pero hoy, la Agencia Internacional de la Energía, el organismo que vela por los intereses petroleros de los países más ricos, estima que la producción cayó el año pasado en México en 100.000 b/d; en Noruega en otros 100.000 b/d, y en Reino Unido en 250.000 b/d. En total, un descenso de casi medio millón de barriles al día.

Un nuevo estudio, de la prestigiosa consultora Wood Mackenzie, añade alarma. Según este, el petróleo no convencional, como las arenas bituminosas de Canadá o el crudo extra-pesado de Venezuela, será probablemente la única vía para satisfacer el incremento de la demanda de hidrocarburos a partir de 2020.

"En 2025, el petróleo no convencional supondrá más del 20% del suministro de crudo mundial", afirma la firma con sede en Edimburgo en un informe titulado Hidrocarburos no convencionales: la oportunidad oculta. Wood Mackenzie estima que las reservas de petróleo y gas no convencional se sitúan en alrededor de 3.600 billones de barriles equivalentes, de los que sólo el 13% corresponde a los tipos de crudo no convencionales más fáciles de extraer.

"La producción de petróleo convencional en los países al margen de la OPEP probablemente alcanzará su máximo en la próxima década [...] lo que hace imposible que las compañías petroleras internacionales con ambición de crecer ignoren el crudo no convencional", dice la consultora.

Wood Mackenzie cree que "no está claro" si la producción de petróleo convencional del cártel aumentará lo suficiente a partir de 2020 como para compensar las caídas de la producción en otras regiones.

"Lo que más me sorprendió a mediados de los años noventa fue la ratio de agotamiento de los yacimientos", dice Simmons, quien preside su propio y exitoso banco de inversión, durante una entrevista con EXPANSIÓN en Londres. "La tasa se estaba acelerando en algunas zonas desde una caída anual del 3%-8% a un sorprendente retroceso del 20%".

Simmons explica que en aquel momento todavía no había enlazado el concepto de la tasa de agotamiento con el cenit de la producción. "Pero pronto me di cuenta que la caída de muchos pozos implicaba que en algún momento la producción de petróleo no podría seguir creciendo" al mismo ritmo que la demanda.

Teme, además, que la OPEP o, en concreto, Arabia Saudí, sean incapaces de elevar su producción significativamente. Simmons conmocionó a la industria en 2003 con su libro Ocaso en el desierto: el choque petrolífero saudí y la economía mundial [Twilight in the Desert: The Coming Saudi Oil Shock and the World Economy] en el que advertía de una mala salud de los yacimientos del reino. Arabia Saudí ha negado la veracidad de las afirmaciones de Simmons.
Fuente:

Crecimiento INsostenible


Os dejo un texto que me ha interesado mucho. En cierto modo, es la pieza del puzzle que me faltaba para comenzar a tener una imágen general de lo que está pasando y por qué. Creo que junto con la Teoría del Pico de Hubbert, son las mejores explicaciones al hecho del Cambio Climático, a la vez de la explicación más sencilla y lógica de cómo hemos llegado a esta situación.

Os recomiendo que lo leáis con atención, que le echéis un ojo al vídeo, y si creéis en lo que está diciendo, lo divulguéis. Tal vez a través de una conciencia colectiva podamos hacer algo, o no.

El siguiente artículo lo encontré en un blog que me parece muy recomedable: http://ninuclearniotras.blogspot.com/

[John Godless]




Lo oímos todos los días: el crecimiento económico sostenible es el adalid de la actual lucha diaria dentro de nuestra sociedad. Pero ¿Y si estuviéramos luchando contra viento y marea, no por un tesoro, sino por la ruina asegurada?

El Dr. Albert A. Bartlett es un profesor emérito de Física de la Universidad de Colorado en Boulder. Durante años ha estado impartiendo conferencias, más de 1.500, alertando de la trampa de los crecimientos porcentuales, esos crecimientos en los que se basan la inflación, la demografía y el consumo de recursos actuales. En sus presentaciones alegaba que “el mayor defecto de la raza humana es nuestra falta de habilidad para comprender la función exponencial”.

En Internet hay algunas grabaciones de sus conferencias, por ejemplo ésta titulada "Arithmetic, Population and Energy".



He rehecho en castellano el trabajo del Dr. Bartlett, adaptándolo a la realidad actual, con cifras, supuestos y ejemplos de nuestro entorno cotidiano. El documental, "Aritmética, Población y Energía. Los Fundamentos Olvidados de la Crisis Energética" es un vídeo de 52 minutos en el que se intenta demostrar que el crecimiento sostenible es una paradoja, un oxímoron, apoyándose en dos ideas: que porcentajes minúsculos de crecimiento porcentual proporcionan cantidades enormes en tiempos muy breves; y que los recursos del planeta donde vimos, por redondo que és, son finitos.

El profesor Bartlett ha sido, probablemente, uno de los acuñadores del término “economía de la Tierra plana”. Con la simpatía y el sarcasmo que le caracterizan solía explicar cómo no lograba idear, por mucho que se devanara los sesos, una hipótesis razonable sobre la que trabajar para enseñarles física a sus alumnos, pues la economía mundial funcionaba como si los recursos fueran a ser infinitos, es decir como si la Tierra fuera un plano (infinito) y no una esfera (finito); y él, en cambio, tenía que explicar a sus alumnos cosas como que los astronautas se sostienen en el espacio orbitando sobre esa Tierra en forma de plano infinito, o que el sol se pone cada día por el horizonte, allá al final de una Tierra infinita, o cómo daba la vuelta el sol a la Tierra plana infinita para volver a aparecer al día siguiente por el lado opuesto de tal plano infinito.


Fuente:

Causas del Cambio Climático (1)

Las causas son las emisiones de gases de invernadero ocasionadas por la extracción, producción, transformación, transporte y consumo de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), el transporte que emplea productos petrolíferos, la deforestación, la agricultura y la ganadería, y determinadas actividades industriales, como la fabricación de cemento.
Tras las emisiones, subyace un problema de equidad social y generacional. Los pobres apenas emiten, pero serán los que más sufran el cambio climático, al igual que las generaciones futuras, que no participan del consumo, pero padecerán las consecuencias, tanto de las emisiones como del agotamiento de recursos. En poco más de un siglo hemos consumido una parte considerable de los combustibles fósiles que la naturaleza tardó millones de años en formar, como hemos destruido los bosques, con la consiguiente pérdida irreversible de miles de especies y la funcionalidad de ecosistemas enteros.
La revolución industrial y el motor de combustión interna mejoraron hasta cotas insospechadas el bienestar material y la movilidad de una parte de la población (de unos más que de otros), pero a costa de alterar la composición química de la atmósfera y de iniciar un cambio en el clima, que sólo se podrá frenar con una profunda revolución en la forma de producir y consumir la energía que mueve la máquina económica.
La sostenibilidad es el único futuro posible, pero para enderezar el rumbo y frenar las emisiones habrá que sustituir sin prisa, pero sin pausa, los combustibles fósiles por energías renovables, a la vez que se mejora la eficiencia energética y, lo más difícil, las pautas de consumo de una parte de la población acostumbrada al despilfarro.La sostenibilidad es también una ecuación con tres variables: población, consumo por habitante y tecnología. La trampa es hacer sólo hincapié en las tecnologías milagrosas que permitirán mantener y aumentar los insostenibles consumos de los privilegiados, la verdad incómoda de Al Gore y tantos otros, ese factor que se obvia porque los privilegiados no quieren renunciar a viviendas cada vez más grandes, automóviles cada más potentes y vacaciones en las cuatro esquinas del mundo. Consejos dan, que para si no los enen.Tampoco se puede obviar la necesidad de acelerar la transición demográfica hacia la estabilización de la población, lo que requiere ineludiblemente repartir de forma más equitativa los recursos y las emisiones.
Las emisiones y el cambio climático son responsabilidad histórica del 15% de la población mundial, de esa parte de la población que en gran parte habita en Estados Unidos, Europa, Japón y Australia, y de las élites de los países del sur. Las emisiones de China e India crecen rápidamente, pero su responsabilidad histórica es mínima, porque hay que relacionar las emisiones con la población, y tener en cuenta las emisiones históricas del último siglo.

Causas del Cambio Climático (2)

Entre 1950 y 2000 Estados Unidos emitió el 27% (con una población que sólo representa el 4,6% del total mundial), Canadá el 2%, Europa Occidental el 24%, la antigua Unión Soviética el 15%, Japón el 5% y Australia y Nueva Zelanda el 1%. Latinoamérica sólo emitió el 4% y África el 2,5%. El resto del mundo, incluidas China e India, emitieron algo menos del 20%. Las emisiones históricas son el factor básico a la hora de repartir responsabilidades y asumir obligaciones, como en parte se tuvo en cuenta en el llamado mandato de Berlín y en el Protocolo de Kyoto, al establecer sólo obligaciones de reducción de emisiones en los países industrializados. Cualquier acuerdo post Kyoto deberá considerar las emisiones históricas, aunque Estados Unidos pretende dejarlas de lado, como quedó reflejado en una resolución del Senado donde literalmente se dice que no harán nada mientras los países pobres no asuman igualmente obligaciones de reducción de emisiones, se supone que en porcentajes parecidos. La disculpa es evitar la fuga de industrias y empleos a los países que, como China, no tienen obligación de reducir sus emisiones en una primera etapa, una especie de dumping del carbono, aunque Estados Unidos emite por habitante seis veces más que China, 10 veces más que Brasil y 20 veces más que India.
El análisis regional es clave, pero cualquier estrategia de reducción debe analizar los sectores que las ocasionan. La producción de electricidad causa el 25%, el transporte por carretera el 12%, la industria el 10%, la agricultura y ganadería el 13%, la deforestación el 18%, los residuos el 4%, los procesos industriales distintos de la combustión como la fabricación de cemento el 3%, el transporte aéreo el 2%, las emisiones fugitivas el 4% y el resto corresponde al consumo doméstico y terciario de energía.
Es relativamente fácil reducir las emisiones de la generación de electricidad (sustituyendo centrales térmicas de carbón por centrales de ciclo combinado de gas natural que emiten la tercera parte por Kwh. producido, o aún mejor, parques eólicos que no emiten nada), pero es mucho más difícil actuar sobre el transporte. Lo único sensato es reducir la demanda, promover la ciudad densa y con mezcla de actividades, y el cambio modal (desplazamientos en transporte público o ferrocarril en lugar de automóviles o aviones).
Ciertas alternativas, como los biocombustibles de primera y segunda generación (agrocombustibles realmente) crean muchos más problemas de los que resuelven, y el hidrógeno tardará mucho antes de que pueda producirse a costes razonables y a partir de las energías renovables. Claro que los biocombustibles permiten mantener un modelo insostenible de transporte en base al automóvil privado, y por eso se promueven, aunque sea a costa de poner en riesgo la seguridad alimentaria, esquilmar los ecosistemas, destruir la biodiversidad y ocupar las tierras necesarias para producir alimentos o destinarlas a otros usos no menos esenciales.
El transporte aéreo en términos porcentuales apenas llega al 2%, pero sus emisiones han crecido un 205% entre 1975 y 2003, y el crecimiento se acelerará en los próximos años, debido en buena parte a las compañías de bajo coste y al abaratamiento de las tarifas, que no reflejan el coste ambiental de sus emisiones de dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y las estelas que dejan, además del ruido y el enorme impacto de los aeropuertos sobre las poblaciones vecinas. De hecho, el keroseno de los vuelos internacionales está exento de impuestos. Las medidas voluntarias de "donar" pequeñas cantidades para plantar árboles que compensen las emisiones sirven de poco, excepto para tranquilizar la mala conciencia de algunos, y lo único razonable es penalizar fiscalmente los desplazamientos en avión y renunciar a todos los trayectos no necesarios en la era de Internet y las videoconferencias.

Consecuencias del Cambio Climático

En el pasado los cambios del clima se debieron a los ciclos del sol, a los cambios en la órbita de la Tierra o a erupciones volcánicas, factores que siguen presentes, pero por primera vez en la historia de la Tierra las actividades humanas (consumo de combustibles fósiles y deforestación, nuevos productos químicos que destruyen la capa de ozono como los CFC o que son potentes gases de efecto invernadero) son capaces de alterar el clima y de variar la composición química de la atmósfera.
Los signos del cambio climático apenas se han hecho notar, debido al efecto de enfriamiento de otros contaminantes como los aerosoles, pero ya asistimos a los primeros signos, como las olas de calor, la desaparición de numerosos glaciares de montaña y la subida del nivel del mar.
Los ecosistemas, al igual que la agricultura y múltiples actividades, están adaptados a unas determinadas condiciones, fruto de una larga adaptación evolutiva. La subida de las temperaturas, el aumento del nivel mar, la alteración del régimen de lluvias, de humedad y de vientos, en un plazo de tiempo relativamente corto, tendrá graves implicaciones, que apenas estamos empezando a entender. Para intentarlo, los modelos climáticos cada vez son más sofisticados y reconstruyen con mayor precisión lo que pueda suceder, a partir del análisis de los climas del pasado.
En general, lloverá más, pero dónde, es otra cuestión: en ciertas zonas lloverá mucho más y en otras mucho menos. La región mediterránea, incluida España, muy probablemente sufrirá aún mayores sequías, sobre todo en verano. Pero con toda seguridad aumentarán las temperaturas y es probable que se agraven las olas de calor, tan perjudiciales para la salud, como la que afectó a Europa en el verano de 2003. Es probable, aunque hay menos certidumbres, que aumenten los ciclones y huracanes. Las poblaciones pobres, que no tienen ninguna responsabilidad en las emisiones, serán las más afectadas. Bangladesh, donde los ciclones han matado a medio millón de personas desde 1970, y el Sahel, con sus lacerantes hambrunas y una pobreza extrema, son los paradigmas de esta nueva realidad.

Algunas Consecuencias más del Cambio Climático

El último informe del Grupo Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) vaticina que hay una gran probabilidad de que el calentamiento provoque que hacia 2020 entre 75 y 250 millones de africanos sufran escasez de agua y, en varios países, las cosechas se reducirán un 50%, agravando la crisis alimentaria. En 2080, las tierras áridas y semiáridas en África aumentarán entre un 5 y un 8%.
En Asia en 2050 se reducirá la disponibilidad de agua dulce, especialmente en las cuencas de los grandes ríos. Las pobladas regiones de los deltas de los ríos en el sur, este y sureste asiático, peligrarán por la subida del nivel del mar. Aumentarán las enfermedades asociadas con las inundaciones.
Australia y Nueva Zelanda sufrirán una pérdida significativa de biodiversidad en la Gran Barrera de Coral. Los problemas hídricos empeorarán en el sur y este de Australia y en Nueva Zelanda, afectando a la producción agrícola, ganadera y forestal. Los incendios forestales aumentarán de virulencia, al igual que las sequías cíclicas.
En Europa el cambio climático acentuará las diferencias regionales en el acceso a los recursos naturales. Aumentará el riesgo de inundaciones en numerosas zonas y crecerá la erosión y la desertificación en el sur de Europa. Igualmente retrocederán los glaciares de los Alpes y los Pirineos. El sur de Europa (España, Italia y Grecia) será la zona más afectada, a causa del aumento de las temperaturas y la sequía, la disminución de los recursos hídricos y los incendios forestales, reduciendo la producción hidráulica y la producción agrícola, afectando negativamente al turismo. Las olas de calor estivales afectarán a la salud de la población más desfavorecida, sobre todo los ancianos y los enfermos crónicos.
En Suramérica hacia mediados de siglo se producirá una gradual sustitución del bosque tropical húmedo por sabanas en la Amazonia oriental, con una gran pérdida de biodiversidad e importantes alteraciones en el ciclo hidrológico del que depende el importante sector agrícola y ganadero. La desaparición de los glaciares andinos afectará al suministro de agua y a la producción hidráulica.
En Norteamérica el calentamiento de las montañas Rocosas provocará inundaciones en invierno y descenso del caudal de los ríos en verano. En las primeras décadas del siglo, un moderado calentamiento será positivo para la agricultura, con aumentos de las cosechas del 5 al 20%, pero con importantes variaciones regionales. Las olas de calor empeorarán los problemas sanitarios, al igual que en el sur de Europa.
Las regiones polares serán de las más afectadas, a causa de la reducción del espesor del hielo, el aumento del nivel del mar y cambios en los ecosistemas, con graves efectos en las aves migratorias, mamíferos y grandes depredadores, y en las poblaciones indígenas que dependen de la pesca y la caza. Los pequeños estados isleños sufrirán el aumento del nivel del mar, la escasez de agua, las inundaciones y los fenómenos meteorológicos extremos.
El cambio climático acelerará la pérdida de biodiversidad en todo el mundo. Pequeñas variaciones en las temperaturas y en las precipitaciones pueden alterar complejos ecosistemas, sustentados sobre la interdependencia de miles de especies. La subida del nivel del mar afectará a manglares, arrecifes de coral, estuarios y sistemas dunares costeros.
Para afrontar el cambio climático se necesitaría una migración sin precedentes de plantas y animales, tanto en altitud como en latitud, una migración hoy imposibilitada por carreteras, campos de cultivo y todo tipo de barreras. La creación de corredores biológicos que conecten los ecosistemas, es una de las medidas de adaptación más apremiantes. Muchas especies podrán emigrar, pero otras muchas, como las situadas en las cumbres de las montañas o en las zonas árticas, no podrán hacerlo. La destrucción o la alteración de ecosistemas tendrán efectos realimentadores, al liberar el carbono acumulado en el suelo o en la vegetación, o el metano del permafrost de la tundra. La pérdida de especies a su vez reducirá las opciones de adaptación a nuevas situaciones. Igualmente proliferarán la invasión de especies alóctonas y oportunistas, así como las plagas. De hecho, el invierno y las bajas temperaturas son el mejor plaguicida y la forma óptima de mantener a raya a multitud de insectos y roedores, que ahora sobrevivirán en mayor número y extenderán su rango de acción a nuevas zonas.
El cambio climático supone una gran amenaza para el abastecimiento del agua, al cambiar el régimen de precipitaciones, acentuar los fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones, al aumentar la evapotranspiración y fundir los glaciares y las nieves que regulan los caudales de los ríos en épocas estivales. Una pequeña reducción de las precipitaciones, junto con el aumento de las temperaturas y la necesidad de mayor dotación hídrica de los regadíos, por el aumento de la evapotranspiración, reduciría de manera drástica la escorrentía y el caudal de los ríos. Los países más afectados serán los más pobres y localizados en las regiones secas.
Los efectos en la agricultura son complejos, y de hecho ésta siempre se ha adaptado a las demandas o a las circunstancias cambiantes. En algunos casos supondrá un aumento de la producción, al permitir cultivar zonas hoy muy frías de Rusia y Canadá, prolongar la época de crecimiento y reducirse las heladas, además del efecto fertilizador en algunas especies de plantas del aumento de las concentraciones de dióxido de carbono. Pero en otras zonas los efectos pueden ser graves, por el estrés térmico, la falta de agua, la erosión al abundar los fenómenos extremos y la extensión de plagas y enfermedades, que sobrevivirán a los fríos del invierno. Los peores efectos se darán en algunas zonas tropicales y subtropicales, donde vive la mayor parte de la población del Tercer Mundo.
El cambio climático puede afectar negativamente a la salud de la población, tanto por las olas de calor, como por ciertas enfermedades, que verán ampliado su radio de acción. El régimen de precipitaciones, la humedad y la temperatura, tienen una influencia determinante en la distribución de los agentes patógenos y transmisores que extienden ciertas enfermedades.
La subida prevista del nivel del mar puede afectar a millones de personas: cerca de cien millones viven a menos de un metro sobre el nivel del mar, y el 40% de la población mundial vive a menos de 100 km de la costa, en el área de influencia de temporales costeros, como la gota fría que afecta muchos años a las regiones mediterráneas, o el huracán Katrina que inundó Nueva Orleáns. La intrusión salina afectará a los ya sobreexplotados acuíferos costeros, reduciendo el abastecimiento de agua. También habrá que realizar enormes inversiones para mantener los puertos y otras costosas infraestructuras. Por cada centímetro que aumente el nivel del mar, desaparecerá un metro de playa, afectando de esta manera a una de las principales atracciones turísticas en países como España o Grecia. Muchas de las mayores ciudades del mundo están en la costa, ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Buenos Aires, Río de Janeiro, Barcelona, Valencia, Venecia, Londres, Lisboa, Lagos, Mumbai, Tokio o Shangai.

Cambiar de Políticas para evitar el Cambio Climático

Los desafíos de mitigar (reducir las emisiones) y adaptarse al cambio climático no tienen precedentes en la historia, y no podrá hacerse sin la cooperación y el acuerdo de la mayoría de los países, al ser la atmósfera un recurso común a donde van a parar las emisiones, cualquiera que sea el lugar en donde se hayan producido, afectando a todos.
Ya se ha transitado un buen trecho, desde la Conferencia de Toronto en 1988, el Convenio Marco de Cambio Climático en 1992 en Río, el Protocolo de Kyoto de 1997 y las negociaciones actuales, pero queda un camino aún más largo, hasta lograr reducir las emisiones actuales de un 60% a un 80%, que es lo necesario para evitar las repercusiones más graves del posible cambio climático.
Las diversas administraciones deben establecer planes claros para reducir las emisiones, incluyendo instrumentos fiscales (impuestos sobre las energías no renovables, incentivos a las renovables y a la eficiencia), supresión de las subvenciones a los combustibles fósiles y los presupuestos para llevarlos a cabo. Entre otras medidas se deben reducir los incendios forestales y la emisión de gases de invernadero, como el metano y el óxido nitroso, así como la producción y consumo de cemento, una de las principales fuentes de emisión de CO2, agravada por la construcción de autovías, carreteras y otras infraestructuras.
Una política de repoblaciones forestales con especies autóctonas de árboles y arbustos, en las zonas adecuadas, retiraría de la atmósfera grandes cantidades de CO2, frenaría la erosión, las inundaciones y las sequías, dado el efecto esponja de los bosques. Pero los bosques y los mares, aún actuando como sumideros, son incapaces de retirar la cantidad actual de CO2 emitida anualmente.
La reducción del consumo de carne, del empleo de fertilizantes, de las fugas de metano en la minería de carbón y en la red de gasoductos, o de la cantidad de residuos, es fácil de realizar. La fabricación de nailon y la de ácido nítrico son responsables de parte de las emisiones antropogénicas de óxido nitroso. La eliminación de los HFC no plantea ningún problema, pues hay alternativas viables y baratas, como el butano y propano (tecnología greenfreeze).
Los residuos generan importantes emisiones de metano. La reducción de la producción de residuos, el reciclaje, la prohibición de la incineración, el aprovechamiento de la materia orgánica para producir compost y el aprovechamiento del metano en los vertederos, son algunas de las medidas de una política de residuos adaptada al cambio climático.
El aumento de la eficiencia en los nuevos vehículos, y algunos programas para emplear gas natural y biocombustibles, sólo reducirán en un pequeño porcentaje el aumento previsto de las emisiones en el transporte. La reducción de los consumos unitarios de los vehículos, actuando sobre ellos o sobre la forma de utilizarlos, es necesaria pero insuficiente. Tanto o más importante es la reorientación hacia los modos más eficientes, como el ferrocarril, el transporte público y los modos no motorizados, y las actuaciones encaminadas a la gestión de la demanda y la moderación de la movilidad.
La política municipal debe ir encaminada a reducir la demanda, promoviendo la ciudad mediterránea densa, compacta y con mezcla de actividades, con barrios donde viviendas, trabajo y servicios estén próximos en el espacio, aminorando la segregación espacial y social de las ciudades, y limitando el crecimiento de las grandes áreas metropolitanas. El planeamiento urbanístico y territorial debe ir encaminado a promover la mezcla de actividades, y no la segregación, y a posibilitar la movilidad en transporte público, evitando los crecimientos urbanos y turísticos que consumen gran cantidad de espacio. El ferrocarril debería elevar su participación, pero para ello se requiere una clara voluntad política, materializada en las inversiones necesarias para mejorar el conjunto de la red, la seguridad, la gestión y los servicios, elevando las tarifas en una proporción inferior al del Índice de Precios al Consumo. Una política decidida, clara y bien estructurada, para reducir la necesidad de desplazarse, que no su posibilidad, y para orientar la demanda hacia los modos más eficientes de transporte, significaría una sensible reducción del consumo de energía, de la contaminación atmosférica y del ruido, menor ocupación de espacio, reducción del tiempo empleado en desplazarse, menor número de accidentes, inversiones más reducidas en la infraestructura viaria y una mejora general de la habitabilidad de las ciudades.
La eficiencia energética es la obtención de los mismos bienes y servicios energéticos, pero con mucha menos energía, con la misma o mayor calidad de vida, con menos contaminación, a un precio inferior al actual, alargando la vida de los recursos y con menos conflictos. Al requerirse menos inversiones en nuevas centrales y en aumento de la oferta, la eficiencia ayuda a reducir la deuda externa, el déficit público, los tipos de interés y el déficit comercial. La eficiencia energética debería incrementarse en un 2,5% anual. Las tecnologías eficientes, desde ventanas aislantes o lámparas fluorescentes compactas a vehículos capaces de recorrer 100 kilómetros con tres o menos litros de gasolina, o la cogeneración, permiten ya hoy proporcionar los mismos servicios con la mitad del consumo energético, a un coste menor. La cogeneración (producción simultánea de calor y electricidad), la mejora de los procesos y de los productos, el reciclaje y la reorientación de la producción hacia productos menos intensivos en energía, con mayor valor añadido, menos contaminantes, generadores de empleo y socialmente útiles, deben ser desarrollados. Las tecnologías hoy ya disponibles permitirán a la industria ahorrar entre el 10% y el 27% de su consumo actual de energía, según sectores, con una media del 16%. Los ahorros posibles en los usos domésticos y en los servicios podrían reducir a la mitad los consumos, con medidas como el aislamiento térmico, electrodomésticos más eficientes y las lámparas fluorescentes compactas.
Para aumentar la eficiencia es necesario que los precios energéticos reflejen todos sus costes, lo que no sucede en la actualidad. La reforma ecológica de la fiscalidad es uno de los instrumentos económicos clave para avanza hacia la sostenibilidad y frenar el cambio climático. La implantación de ecotasas, cuya recaudación se destine a mejorar la eficiencia y el empleo de energías renovables, es una necesidad acuciante, pero las ecotasas son sólo un primer paso de lo que debería ser una ambiciosa reforma ecológica de la fiscalidad, finalista o recaudatoria. La imposición de un etiquetado energético obligatorio de los aparatos eléctricos, y la reforma de las normas de edificación para mejorar el aislamiento térmico, pueden reducir el consuno de energía en el sector residencial. Se deben promover los programas de Gestión de la Demanda, encaminados a aumentar la eficiencia y a prestar los mismos servicios con un consumo menor, más megavatios y menos megavatios. La Planificación Integrada de Recursos, o Planificación al Menor Coste, tienen como fin evitar el crecimiento del consumo energético al tiempo que se satisfacen los servicios que precisa la sociedad, y se debe implantar de forma real, especialmente en el sector eléctrico.
Las energías renovables podrían solucionar muchos de los problemas ambientales, como el cambio climático, los residuos radiactivos, las lluvias ácidas y la contaminación atmosférica. Las energías renovables podrían cubrir algo más de un tercio del consumo de electricidad en pocos años, y a largo plazo permitirán reducir las emisiones de dióxido de carbono, avanzando hacia un modelo energético "descarbonizado".La producción de hidrógeno es un proceso aún inmaduro tecnológicamente y cuya viabilidad económica es necesario demostrar, lo que requerirá enormes inversiones en investigación; cuando se logre producir hidrógeno comercialmente, a precios competitivos, y a partir de dos factores tan abundantes como son el agua y la energía solar, los problemas energéticos y ambientales quedarían resueltos, pues el hidrógeno, a diferencia de otros combustibles, no es contaminante. En cualquier caso una economía basada en el hidrógeno como combustible secundario es un objetivo aún muy lejano e incierto. El hidrógeno servirá para almacenar la energía solar y eólica cuando no haya sol o no sople el viento, y alimentará a las pilas de combustible hoy en desarrollo, y que en un futuro no muy lejano puede llegar a ser una importante fuente de producción descentralizada de electricidad a pequeña escala, sin apenas impactos ambientales. Las pilas de combustible también sustituirán a los motores de combustión interna de los automóviles.
Pero también existen soluciones duras, y que nos conducen a perpetuar la insostenibilidad ambiental y social, y son quizás las que van a ser promovidas con mayor entusiasmo por los que quieren que el cambio climático no suponga ningún cambio sustancial. Los agrocombustibles, la energía nuclear de fisión y de fusión y la captación y almacenamiento de carbono, para explotar las grandes reservas de carbón y otros hidrocarburos no convencionales, son las opciones preferidas por quienes crearon y alimentaron la insostenibilidad, cuyo mejor ejemplo es el propio cambio climático.
Fuente:
Artículo publicado en la revista World Watch Nº 28
http://www.nodo50.org/worldwatch/

¿Nacionalizar el Agua Embasada?


Las empresas embotelladoras han advertido de que la nacionalización de las aguas minerales y termales repercutirá en el bolsillo de los consumidores y afectará de lleno a las inversiones futuras. Un sector que mueve al año más de 1.100 millones de euros y emplea a 4.500 personas.


En la Tierra existe la paradoja de que, aunque el 71% de la superficie total es agua, el hombre sólo dispone de un 1% para su consumo. Y aún así, los habitantes de este planeta azul beben más de 148.000 millones de litros de agua envasada anuales, de los cuales 6.450 se venden en España.
En este escenario, el agua envasada se ha convertido en un gran negocio que sólo en España movió durante 2005 cerca de 1.100 millones de euros y empleó a 4.500 personas. Estas cifras de inversión ponen de manifiesto la buena salud de este sector, que se ha colocado en el segundo lugar de Europa en consumo per cápita (143 litros), sólo superado por Italia, y cuyo crecimiento ha sido del 9,5%, cuatro puntos más que en el año anterior. Pero el grifo inversor en este mercado puede cerrarse de golpe si prosperan los planes del Ministerio de Industria, que prevé nacionalizar las aguas minerales y termales para «integrarlas dentro del resto de recursos hidrológicos del país, considerados de dominio público».


La alarma de una intervención estatal -que supondría una concesión de 60 años y el pago de los correspondientes impuestos a los ayuntamientos- ha puesto en pie de guerra a las empresas embotelladoras, que ya han anunciado que el principal afectado de esta operación será el consumidor. «Si el Gobierno cambia las reglas del juego habrá que elevar el precio final para hacer frente a los nuevos impuestos», lamenta Irene Zafra, gerente de la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasada (Aneabe).


Otra consecuencia inmediata que apuntan fuentes del sector será que las grandes compañías dejarían de realizar las multimillonarias inversiones que se han llevado a cabo desde 2003, por lo que el impulso que ha ido tomando este mercado correría el riego de desinflarse.


A la vista de los últimos datos de inversión y facturación de las empresas envasadoras, una retirada de las multinacionales sería nefasta. En 2005, un selecto grupo de nueve compañías acapararon el 60% del volumen total de este negocio y el 70% de las ventas. Danone, dueña de Font Vella y Lanjarón, lidera el mercado con un 26,7% del total de la cuota de mercado. A ella se suman otras grandes compañías como Nestlé Waters (Aquarel y Nestlé Pure Life), Grupo Leche Pascual (Pascual Nature, Bezoya y Cardó) o Grupo Vichy Catalán (Vichy Catalán y Mondariz entre otras).


El resto del mercado se lo disputa un pelotón de más de 140 empresas regionales que subsisten a la sombra de las grandes corporaciones con unas cifras de distribución y facturación mucho menores. Esta atomización, según apuntan en Nestlé, «genera una brecha enorme entre las grandes compañías, que operan con una amplia red de distribución para ahorrar costes, y el resto de empresas».


Así, la guerra de precios en el sector del agua envasada en España es cada vez mayor. Mientras los grandes grupos ganan terreno con precios muy competitivos, las pequeñas empresas se ven obligadas a competir con precios que en algunos casos están por debajo del coste de producción y distribución. Ello explica que España sea uno de los países europeos con el precio del agua más bajo, casi la mitad que Francia, Italia o Gran Bretaña.


En cualquier caso, y a pesar de que sólo un 1% del agua envasada en España se exporta a otros países, este mercado vive hoy su mejor época. El ímpetu con que las compañías han transmitido a los consumidores la asociación agua-salud y la conciencia de ahorro de agua ante un futuro previsiblemente seco, han logrado que, al menos en envase, el agua para los próximos años esté garantizada.

Contador de Agua para Grifos


El creador de este práctico dispositivo, Yu Guoqu, predica los resultados de una investigación: “El consumo de agua podría disminuir un 20% simplemente haciéndolo visible”. Y es que todo lo medible siempre nos llama la atención.
Todos miramos constantemente nuestros relojes, y siempre que vemos que cualquier tarea nos está llevando más de lo esperado, nos apresuramos para terminarla, o aceleramos el paso si llegamos tarde a un encuentro. Guoqu aplicó esta idea a conceptos ambientales, e imaginó que el consumo de agua podría ser reducido si una persona pudiera ver, al instante, la cantidad de agua que estaba consumiendo.
iSave se adapta a grifos o duchas, y su lector (que usa la energía del agua para funcionar) muestra en números grandes y claros la cantidad de agua que está corriendo. Mientras el consumo sea moderado, los números se mostrarán en azul, pero se pondrán rojos cuando te estés excediendo. Sin duda el color rojo y los números aumentando a la velocidad que corre el agua, te darán una sensación de urgencia para apagar ese grifo.
Idealmente iSave será usado en lugares públicos, como baños de hoteles, aeropuertos y centros comerciales. Fácil de usar, fácil de entender, sólo queda tu actitud ecológica.
Fuente:

Nueva York y Roma contra el Agua Embotellada

Los ayuntamientos de Nueva York y Roma apuestan por reducir el consumo de agua embotellada como medida contra la contaminación medioambiental.

Beber agua embotellada es una manera de contaminar. Es más sano y más barato beber del grifo. Esta es la última recomendación de los ayuntamientos de varias ciudades de todo el mundo entre los que se encuentran Nueva York y Roma. 29 años después de que la primera botella de plástico con agua saliese al mercado -desde entonces su consumo ha aumentado un 2000%- ambos consistorios han decidido comprometerse públicamente para fomentar el consumo de agua del grifo y ayudar así a la protección del medioambiente.

La iniciativa, que según informan varios periódicos italianos y estadounidenses parte del acuerdo con varias organizaciones protectoras del medioambiente, nace porque, según estos grupos, cuatro de cada cinco botellas de agua de plástico acaban tiradas en el campo y su producción, además, contribuye al calentamiento global.

En Estados Unidos, ciudades como Salt Lake City se han sumado ya a la campaña iniciada por el ayuntamiento de Nueva York, y en estados como California el agua del grifo es la única posibilidad en restaurantes y bares. Por su parte, la Bottle Water Association (Asociación de Agua Embotellada) estadounidense no ha tardado en hacer público su rechazo y su preocupación por introducir materiales biodegradables en la producción de botellas de plástico para ayudar a su reciclaje.

Y al otro lado del Océano Atlántico, Roma no ha tardado en sumarse a la iniciativa. El ayuntamiento de la capital italiana ha hecho también públicas las recomendaciones contra el consumo de agua mineral embotellada con una campaña clara y concisa: "No bebáis de la botella, contamina".
Fuente:

Compensación de CO2 en San Francisco


Los programas y ofertas de compensación de emisiones han crecido como la espuma en los últimos meses. La mayoría realizan sus actividades en lugares remotos: replantando árboles en algún bosque tropical de Indonesia o Brasil, o construyendo turbinas eólicas en algún sitio, lo que para algunos puede ser fuente de desconfianza.

La ciudad de San Francisco, como no podría ser de otro modo, ha decidido crear su propio plan de compensación, realizando estas actividades en la misma ciudad.

A partir de ahora, los trabajadores y funcionarios de la ciudad calcularán el coste en toneladas de CO2 de sus viajes y actividades, y deberán compensarlas en alguna de las actividades que se establezcan en la ciudad, desde la instalación de paneles solares a la investigación de conservación energética, pasando por la creación de nuevas zonas verdes.

En una segunda fase del plan, los ciudadanos también podrán participar en la compensación de sus emisiones. Y todo esto sin ningún coste adicional para ellos, los ciudadanos, como ya viene siendo costumbre en San Francisco, pero no en otros lugares.
Fuente:

27 dic 2007

Las Mentiras de la Industria Nuclear

Hoy mismo, nos hemos dado de alta como un blog más dentro de la comunidad Hispana de Blogs de Energía & Medio Ambiente. Nos parece una iniciativa notable, no sólo por lo que pretenden como punto de encuentro y difusión sobre temas medio ambientales, si no también, y a nuestro modo de ver tal vez el aspecto más destacable, por la calidad de la información que hay. Esperamos estar a la altura.


Queremos comenzar nuestro repaso a esta comunidad, por cierto os recomendamos que la echéis un ojo por que es muy interesante, como decíamos, queremos comezar nuestro repaso con un artículo de Josep Puig (Dr. Ingeniero Industrial y profesor de la UAB) aparecido en el blog Soliclima del 26 de diciembre sobre las mentiras que está tratando de "vender" el lobby pronuclear.
En estos momento de indecisión, se están aprovechando de la coyuntura para tratar de ganar posiciones ante el inminente reajuste de la producción energética mundial, y no sólo lo decimos nosotros, es una realidad que salta a la vista. Se están revistiendo de un halo verde para camuflarse como una alternativa "viable" a las fuentes energéticas productoras de CO2.
Opinamos que ésto es un tremendo error. Creemos que el coste de oportunidad que conlleva la industria nuclear, es más necesario y urgente, en otro tipo estudios sobre fuentes energéticas renovables, no contaminantes y de larga duración. La energía nuclear, no es más que un parche.

Desde hace un tiempo, la industria nuclear, moribunda por falta de pedidos de reactores, ha lanzado a los cuatro vientos campañas de intoxicación a través de sus propagandistas.

Hace tiempo nos quiso hacer creer que era «la solución» a los problemas energéticos del mundo. Ahora nos quiere volver a engatusar haciéndonos creer que es «la solución» a las emisiones de CO2. Los promotores de la energía nuclear ya dijeron una vez que la electricidad nuclear «sería tan barata que no haría falta medirla», y la realidad ha sido bien distinto de lo que prometían.


Hace tiempo nos quiso hacer creer que era «la solución» a los problemas energéticos del mundo. Ahora nos quiere volver a engatusar haciéndonos creer que es «la solución» a las emisiones de CO2. Los promotores de la energía nuclear ya dijeron una vez que la electricidad nuclear «sería tan barata que no haría falta medirla», y la realidad ha sido bien distinto de lo que prometían.

Ya el año 1971, uno de los propagandistas de la fisión nuclear, B. Y. Spinrad, pronosticó que «a comienzos de los años noventa casi el 90% de la nueva potencia eléctrica instalada en el mundo, excepto en África, sería nuclear, y que la fisión nuclear suministraría más del 60% de la electricidad generada en el mundo». También en 1971, Glenn Seaborg (premio Nobel 1951 por la investigación en la química de los elementos transuránidos), entonces presidente de la US Atomic Energy Commission, dijo: «El año 2000 la energía nuclear aportará inimaginables beneficios que mejorarán la calidad de vida de la mayoría de la población del planeta».
Los reactores de fisión nuclear no sólo tenían que generar toda la electricidad para los usos domésticos e industriales, sino que tenían que transformar la agricultura, energetizando los complejos de producción de alimentos, produciendo fertilizantes y desalinitzando el agua del mar.

Este concepto de »nuplexos» (complejos nucleares) fue propuesto el año 1956 por Richard L. Maier, y posteriormente fue elaborado por el Oak Ridge National Laboratory. Estos complejos –basados en grandes centrales nucleares (y eventualmente reactores reproductores), situadas en áreas costeras desérticas, abastecerían energía por desalinizar agua de mar, producción de fertilizantes, polígonos industriales y cultivo intensivo de plantas– tenían que transformar las zonas desérticas del mundo en zonas habitables y productivas. Entonces, la nucleocràcia no tenía ninguna duda de que la energía nuclear sería absolutamente indispensable. Seaborg y Corliss pensaban que sin la civilización se ralentizaria hasta detenerse. También proponían un mundo plenamente nuclearizado en que, además de grandes reactores para generar electricidad, habría barcos de carga y aviones de pasajeros alimentados con energía nuclear, e incluso coches nucleares. También imaginaban el uso de explosiones nucleares «controlados» para extraer minerales, petróleo y gas de la corteza terrestre, para desviar el curso de ríos, para abrir canales de navegación nuevos y puertos también nuevos en Alaska y Siberia, y que se instalarían reactores nucleares para la propulsión de cohetes para transportar humanos al planeta Marte.

En estas visiones del futuro nuclear, las personas vivirían bajo tierra (para protegerse de la radiactividad ambiental), dejando la superficie de la Tierra para la naturaleza silvestre (y envenenada radiactivamente). Para volver a conectar con la naturaleza, sólo se tendría que coger el ascensor (eso sí, con un vestido protector de las radiaciones). En un mundo como el descrito por los primerizos propagandistas de la energía nuclear, los reactores de fisión tenían que ser una cosa mágica, sólo un artilugio temporal, antes de ser seguidos por los reactores de neutrones rápidos o reproductores. La tecnología de los reactores reproductores ha sido uno de los fracasos más espectaculares de la tecnología nuclear. Hoy no hay ninguno en funcionamiento en el mundo, y los pocos que se llegaron en construir tuvieron que ser parados y abandonados, a pesar de que General Electric esperaba que los reactores reproductores comerciales serían introducidos en el año 1982 y que en el año 2000 representarían la mitad del parque nuclear mundial.

Los reactores reproductores no han sido la última promesa nuclear: desde comienzos de los años cincuenta la nucleocràcia ha tenido un gran interés en dedicar grandes cantidades de dinero a una fuente «limpia» de energía: la fusión nuclear. El año 1971, Seaborg ya confiaba que los experimentos de fusión nuclear llegarían a generar más energía que la que gastaban en el experimento a partir del año 1980. En 1972 se predijo que en el 2000 los reactores de fusión nuclear ya generarían electricidad a nivel comercial. En 1979,el International Fusion Research Council concluyó que «en cincuenta años se produciría energía a partir de la fusión».

En 1987, después de analizar los cuarenta años de investigación entorno de la fusión y de analizar los más de 20.000 millones de dólares que se le habían dedicado, un grupo de trabajo de l'Office of Technology Assessment concluyó que «el reactor de fusión comercial estaría disponible antes de cincuenta años». En noviembre del 1999, los científicos implicados en el proyecto International Thermonuclear Experiment Reactor (ITER) insistieron otra vez que «la electricidad a partir de la fusión nuclear sería una realidad en cincuenta años». Si alguna cosa han descubierto los científicos de la fusión es la ley de los 50 años que siempre faltan para alcanzarla!

Ante tanto engaño interesado y tanta mentira, la realidad de la energía nuclear es la que es. Puede comprobarse en el informe Nuclear Industry Status Report 2007 (que se puede consultar en el web Energia Sostenible).

Fuente:
http://news.soliclima.com//index.php [Este artículo, publicado el 23-12-2007 en el diari El Punt ha sido traducido con permiso del autor.]

El negocio del CO2


Si compra un Volkswagen Polo Blue Motion, la empresa afirma que plantará 17 árboles en la Sierra de Segura y que estos absorberán tanto CO2 como el que emitirá el coche durante los primeros 50.000 kilómetros; la empresa Forlasa sostiene en su publicidad que compensa las emisiones de dióxido de carbono que genera su queso manchego; Liberty Seguros ofrece una póliza que por 20 euros más al año compensa las emisiones de CO2 de un coche; la cumbre de Bali generó tanto CO2 como un país del tercer mundo pero no pasa nada: Indonesia plantó a cambio miles de árboles.
En el último año empresas particulares, torneos y hasta automóviles se han apuntado a la compensación voluntaria de emisiones, un negocio que mueve unos 1.000 millones de euros al año, parte de ellos sin control, y que supone una especie de bula ecológica. No importa cuánto contamine uno siempre que luego pague por ello.

"Nos parece bien que muchas empresas y particulares asuman compromisos voluntarios de reducción de emisiones, pero la sociedad tiene derecho a saber cómo se está haciendo", explica el secretario general para el Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente, Arturo Gonzalo Aizpiri. Por eso, el Gobierno ultima un registro en el Observatorio de la Sostenibilidad del ministerio y la Universidad de Alcalá de Henares para que de forma medible, creíble y controlada se sepa cuántas emisiones reduce cada empresa de forma voluntaria. Para que exista un sello, al igual que para los alimentos ecológicos, que certifique que efectivamente se está reduciendo el CO2, principal responsable del cambio climático. Este dióxido de carbono se acum
ula en la atmósfera, retiene parte del calor que emite la Tierra y calienta el planeta.

Alejandro López Cortijo, director para España de Ecosecurities, una multinacional dedicada a compensar las emisiones, explica el negocio: "Le decimos a las empresas y a los eventos cuánto CO2 emiten. Buscamos proyectos de energía limpia, como una central hidráulica en América Latina, los financiamos y ofrecemos las emisiones de CO2 que eso ahorra. Todo el proyecto está controlado por Naciones Unidas y por los Gobiernos afectados".

Ecosecurities tiene 140 millones de toneladas de CO2 en cartera, un tercio de lo que emite España al año. Creada en 1997, la empresa cotiza en bolsa y compensa las emisiones de Nike o de los condados de Klamath y Lake Counties, en Oregón. La firma, una de las mayores del negocio del CO2, nació al abrigo del Protocolo de Kioto. En 1997, el protocolo obligó a 36 países desarrollados a reducir sus emisiones un 5,2%. A los que no lograran sus objetivos, les permitió comprar de derechos de emisión e ideó los mecanismos de desarrollo limpio: inversión en tecnología limpia en países en desarrollo para descontarse esas emisiones evitadas en el país rico.

Este sistema movió 22.500 millones en 2006 y Naciones Unidas calcula que en 2012 habrá evitado la emisión de 2.600 millones de toneladas de CO2. España calcula que tendrá que invertir 3.000 millones en cupos de emisión y en mecanismos de desarrollo limpio para cumplir Kioto.

Conforme el cambio climático calaba en la conciencia y las empresas pugnaban por ponerse el sello verde, surgió el mercado voluntario de emisiones. Se trata de empresas, ONG, fundaciones que ofrecen la compensación de emisiones sin que estén obligadas.

La empresa Liberty seguros en España, por ejemplo, asegura que compensará las 4.853 toneladas de CO2 que emite al año por el consumo de electricidad, papel y desplazamientos. Liberty afirma que a través de la Fundación Ecología y Desarrollo plantará en tres años 240.000 árboles en Costa Rica que capturarán 37.600 toneladas de CO2.

Esa fundación es una de las más activas en España. Su volumen de negocio da idea de cómo ha evolucionado el mercado. En 2005 compensó 645 toneladas de CO2 y en 2007 multiplicará por 11 esa cifra, hasta las 7.515 toneladas. Esta fundación fue la elegida por Medio Ambiente para compensar las emisiones de las más de 40 personas que desplazó a la cumbre del clima de Bali. Lo hará construyendo una central minihidráulica en Sumatra (Indonesia).

López Cortijo afirma que en 2006 los mercados voluntarios movieron 300 millones de euros, cuatro veces más que el año anterior y cuatro veces menos que en 2007, por lo que ya supera los 1.000 millones. Un sector que multiplica por cuatro su negocio al año parece una burbuja.
Al calor del dinero han surgido empresas que sin control venden el sello verde. La estadounidense Planktos pretende fertilizar con 100 toneladas de hierro una zona muerta del Atlántico. Ese es el hierro que le falta al océano y, en teoría, al fertilizarlo permitirá el crecimiento masivo de plancton. Ese plancton, al igual que los árboles, absorbe CO2 al crecer y la empresa quiere vender los derechos de emisión.

"Pero muchos de esos sistemas no están certificados. Tu tonelada de CO2 vale algo si alguien confía en ti, pero nada si no eres serio. Y están proliferando firmas que ofrecen cupo de CO2 sin control", añade López Cortijo.

El precio de la compensación oscila entre los cuatro y los 20 euros por tonelada. Si alguien se las ofrece más baratas, desconfíe. Un viaje de dos personas de ida y vuelta entre Madrid y Nueva York supone la emisión de 7,38 toneladas de CO2
más que lo que emite un chino medio al año. En la web Ceroco2 puede calcular sus emisiones, no sólo de los desplazamientos sino de su vida diaria. Cada vez que enciende la luz, la térmica en la que se genera la electricidad emite dióxido de carbono. Un español medio emite casi 10 toneladas de CO2 al año por lo que compensarlas costaría más de 40 euros por persona al año. Pero si se quiere compensar las emisiones con todas las garantías el precio se dispara, ya que la tonelada Gold Standar (el certificado más exigente) ronda los 17 euros.

Otro problema es que muchas de estas compensaciones se hacen mediante reforestación, que tiene dos pegas: que absorbe CO2, pero sólo hasta que arda el bosque. En ese momento, emite de golpe todo el dióxido de carbono. Y dos: que se paga ahora por lo que absorberá en las próximas décadas, pero no por lo que contamina ahora mismo. El efecto sobre el medio ambiente es, como mínimo, retrasado.

El sistema es éticamente discutible porque aunque compensar emisiones está bien, es mejor ahorrar. Si en vez de 15.000 personas, en Bali se hubiera reunido la mitad el resultado habría sido el mismo pero el derroche mucho menor. En el país asiático todo el mundo anunció que compensaría sus emisiones (incluso países enteros, como Costa Rica, Noruega o Nueva Zelanda, que anularían sus emisiones). Sólo el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, se salió del guión: "Sé que muchos han venido aquí nadando o en velero, pero yo he venido en avión. Y lo he hecho porque creo que mi presencia aquí servirá de algo, que ayudará a reducir más emisiones que las pocas que originará con mi viaje".

Ignacio Jiménez, de Liberty Seguros, niega que su estrategia sea maquillaje verde: "Nos hemos comprometido a reducir un 6% el consumo de energía y a compensar las emisiones hasta de los 5.000 vuelos al año de nuestros empleados. No somos oportunistas, es que el desarrollo sostenible es rentable. Al ahorrar energía, ahorramos dinero".

El negocio del CO2 voluntario se suma al que ya afecta obligatoriamente a las eléctricas. Éstas recibieron gratis del Gobierno entre 2005 y 2007 derechos para emitir 85,4 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono. Esos derechos acabaron formando parte del precio de la electricidad y el Gobierno ha decidido restarlos de las cuentas del sector. Las eléctricas van a tener que devolver 1.200 millones por 2006 y 2007. La cuenta puede engordar aún más en 2008 ya que, según los cálculos de Industria, el sector eléctrico,-soliviantado como nunca- tendrá que descontar el próximo año otros 1.450 millones.

La sensación en el sector energético es que esto va en serio. Tras el ensayo pre-Kioto, desarrollado entre 2005 y 2007, llega la hora de la verdad. El valor de la tonelada de CO2 va a ser otro. En los últimos años, el mercado de compraventa de derechos se ha hundido. La tonelada de CO2 para las empresas está por los suelos. Vale céntimos de euro porque los derechos asignados en toda la UE hasta 2007 fueron excesivos. Con el exceso de oferta, los precios se fueron derrumbando desde los 30 euros de principios de 2006.

Pero las perspectivas, ahora que ha acabado el periodo de ensayo, son otras. Los derechos de emisión se han ajustado y el precio del CO2, según la mayor parte de los analistas, va a subir. Para el sector eléctrico español, frente a las asignaciones del periodo 2005-2007 (85,4 millones de toneladas) se han autorizado 54 millones de toneladas anuales en el periodo 2008-2012. El recorte se impulsa desde Bruselas y sobre esa base, las previsiones apuntan que costará entre 16 y 38 euros durante los próximos cuatro años.

Los expertos parecen estar de acuerdo en la importancia que tiene ya un nuevo coste, el de contaminar, que ha surgido como consecuencia de las nuevas necesidades del mundo desarrollado. Ya no es posible un desarrollo a toda costa, sino que la sociedad exige una apuesta clara por la sostenibilidad. Éste es el contexto. Pero en el mercado, especialmente en el nacional, hay una pugna para determinar quién paga y cuánto paga. Iberdrola, con una posición fuerte en las tecnologías menos contaminantes, ha criticado con fuerza el nuevo plan de asignaciones para los próximos cuatro años.

Según su análisis, la mayor parte de los derechos de emisión del sector eléctrico van a parar a las plantas de carbón ya amortizadas y más emisoras de gases. Además, el nuevo Plan, argumenta, otorga casi el 60% de los citados derechos a las centrales de carbón, que suponen solamente el 40% de la potencia térmica instalada en el sistema peninsular susceptible de recibir derechos de emisión.

Según la visión más crítica, el Gobierno ha perdido una oportunidad para primar las inversiones en la mejor tecnología de generación térmica para reducir las emisiones -los ciclos combinados-, lo que podría desincentivar la inversión en las nuevas plantas. El Ministerio de Industria recibe las críticas con resignación. El secretario general de Energía, Ignasi Nieto, considera que se ha hecho lo mejor, dentro de lo posible y sin tentar a la suerte en Bruselas.

En el caso español, señala un alto cargo del Gobierno, los derechos de emisión "han sido la única forma justa de meter mano a las cuentas de resultados de las compañías" y rebajar el ingente déficit que soporta el sistema. Ese déficit -la diferencia entre lo que pagan los consumidores en el recibo de la luz y lo que le cuesta a las empresas producir a electricidad- podría superar a finales de 2008 los 12.000 millones. Es una cifra peligrosa y de pago aplazado. Las empresas tienen derecho a cobrarla y lo harán. Cifras al margen, el Gobierno ha aceptado la idea de que el sistema de reparto gratuito de derechos a las empresas ha sido un fracaso. Y a partir de 2012 se impondrá otro sistema: el de subasta.
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