29 ene 2008

El Futuro de los Alimentos Básicos

De acuerdo al International Grains Council, organismo que agrupa a los grandes productores de granos, en el año 2006 se ha alcanzado nuevamente la mayor cosecha de cereales de la historia con 1.600 millones de toneladas. Sin embargo y de nuevo, se ha demostrado insuficiente para cubrir una demanda en expansión acelerada.
Según el semanario The Economist en un artículo reciente titulado
El fín de los alimentos baratos(08/12/2007), esto tiene que ver con dos hechos económicos: La creciente capacidad adquisitiva de países emergentes como India y China, cuyo nivel de consumo se expande a velocidad de vértigo. En segundo lugar con el apoyo del gobierno estadounidense a la utilización del etanol como combustible alternativo a partir de su extracción de productos vegetales.
A pesar de la desaceleración del crecimiento poblacional en los países en vías de desarrollo, el aumento generalizado de su poder adquisitivo está incentivando a una transformación de los hábitos alimenticios desde el uso masivo de los granos hacia un consumo más sofisticado y, con ello, una mayor demanda de carne. En China se incrementado un 150 % el consumo de este alimento, pasando de 20 de a 50 kgs anuales, en los últimos 20 años. Ello, con el agravante de que para producir un kilo de carne de vacuno son necesarios 8 de cereal. Quizás, por esta razón los agricultores de las regiones productoras de insumos agrícolas como la soja vean la globalización como algo positivo.
Los cerdos, otros grandes consumidores de grano.
La otra razón es que el gobierno federal de los Estados Unidos ha decidido apoyar el destino de su vasta producción de grano, sobre todo maíz, para su empleo en la producción de alcohol como complemento a la gasolina. De acuerdo a las cifras aportadas por este semanario, en el año 2000 se utilizaban 15 millones de toneladas de la cosecha de maíz para la producción de etanol mientras que este año se ha alcanzado la cifra de 85 millones. Un aumento espectacular del aprovechamiento energético de los cereales en detrimento de los consumidores de los países del Tercer Mundo. La caña de azucar, uno de los mejores cultivos para la obtención de bioetanol. I
El crecimiento poblacional ha estado históricamente ligado al empleo de los cereales como alimento básico, para el pan, tortillas, etc. y su reciente escasez está ya produciendo explosiones y revueltas populares como la que ha ocurrido a mediados de 2007 en México, relacionada con el aumento exponencial del precio del maíz, su alimento esencial.
Este cambio drástico en las pautas de consumo alimentario, junto con la aparición de la escasez en otros suministros básicos después de décadas de expansión y bajada paulatina de los precios en los productos agrícolas, va a tener unas consecuencias que todavía no se pueden vislumbrar con claridad.
Otro hecho esencial, relacionado con lo señalado anteriormente y que merece una consideración particular, es el aumento brutal experimentado por los costes de los combustibles fósiles, el petróleo y sus derivados, en los últimos años. Todavía está en nuestra memoria reciente la cotización del barril de petróleo a menos de 20 $ el barril cuando hoy ya hemos superado la frontera sicológica de los 100. Esto ha tenido como consecuencia que, en todas partes, el transporte se ha vuelto mucho más caro y con ello el coste de desplazamiento y movimiento de mercancías. En la Unión Europea, con el movimiento correlativo descendente de la cotización del Dólar frente al Euro, todavía no nos hemos dado cuenta, pero este hecho económico negativo también empezará a ser evidente en un corto espacio de tiempo.
Pero es que las de las apetencias crecientes de una solo nación, China, cuya población está cerca de los 1500 millones de personas, se extienden a muchos otros recursos y materias primas, minerales, madera, etc., que van a aumentar su coste exponencialmente. Las consecuencias geoestratégicas que se derivan de estos factores, están ya significando su participación en la política exterior como un actor que reclama un mayor peso en la toma de decisiones de una u otra manera. Su presencia masiva en África y América Latina se ha notado en el último año, consolidando convenios de suministro y aportando asesoramiento técnico. La consolidación de un poderío militar y un uso eventual de la fuerza es una posibilidad creciente para ese país en una verosímil situación de conflicto por unos recursos cada vez más escasos.
Una de los resultados de estas oscilaciones de los mercados mundiales y del coste de los productos va a ser la variación de las expectativas de desarrollo en los distintos lugares. Aquellos que sean adictos al transporte barato de mercancías van a sufrir las consecuencias de una manera más extrema. Esto no es un efecto momentáneo tal y como ha señalado Paul Kennedy en un reciente artículo titulado ¿De nuevo petróleo por alimentos? (Diario El País 6/01/2008) sino la consecuencia de una oferta menguante frente a una demanda creciente.
No obstante y como es habitual, las consecuencias de estos hechos macroeconómicos serán mayores en los países pobres, en los cuales la población debe destinar más de un tercio de sus recursos a la alimentación mientras que en las regiones ricas del planeta este esfuerzo tiene un peso considerablemente inferior en la renta disponible.
Como secuela, las aglomeraciones urbanas de los países con dificultades económicas y altamente dependientes de las importaciones alimentarias van a ver aumentar sus problemas debido a la repercusión del incremento de los costes. Por el contrario, en el campo y en las zonas rurales del Tercer Mundo, el aumento de precios puede tener un efecto beneficioso en la disponibilidad de mayores rentas.
Las ciudades de muchos países africanos han experimentado durante la segunda mitad del siglo XX un crecimiento exponencial que no tiene que ver con un aumento de las expectativas de empleo y el desarrollo económico. Su expansión ha sido motivada por la expulsión de sus lugares de origen de grandes masas de población campesina y su emigración a las zonas urbanizadas. Ello derivado de la aplicación de las equivocadas políticas desregulatorias y la disciplina financiera impuesta por la visión de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Es en estas urbes del tercer mundo donde se produzcan los mayores sufrimientos que se acumularan a los graves déficits que ya padecen.
En Canarias, donde el 90% de los consumos alimentarios son importados, estos cambios de la economía global pueden tener unas repercusiones considerables. Durante muchos años y al albur del trasvase del empleo a los servicios y, especialmente, a las actividades turísticas, se han abandonado masivamente las actividades relacionadas con la agricultura. La dependencia externa para el acceso a la comida cotidiana algunos la cifran en más del 90 % del consumo. Bienes que deben recibirse del exterior masivamente.Podría ser el momento de empezar a planificar una mayor autosuficiencia alimentaria de los lugares, poniendo en cultivo el territorio abandonado. Ello a pesar de que suponga en este momento unos mayores costes, pero que en el futuro puede ser un elemento de supervivencia efectiva. Es una alternativa sobre la que ya se ha reflexionado y sobre la que se han llegado a acuerdos colectivos en lugares similares al nuestro como Hawaii, como ya expuse en una anterior entrada.
La alternativa es la emigración ordenada o el desastre en territorios francamente frágiles y ya claramente insostenibles desde un punto de vista alimentario como el de este archipiélago al borde de África y frente al Atlántico. No obstante, una de nuestras posturas favoritas es negar los problemas a la espera de tiempos mejores como hacen los avestruces escondiendo la cabeza.
Fuente
http://islasterritorio.blogspot.com/2008/01/el-futuro-de-los-alimentos-bsicos.html