28 dic 2007

Causas del Cambio Climático (2)

Entre 1950 y 2000 Estados Unidos emitió el 27% (con una población que sólo representa el 4,6% del total mundial), Canadá el 2%, Europa Occidental el 24%, la antigua Unión Soviética el 15%, Japón el 5% y Australia y Nueva Zelanda el 1%. Latinoamérica sólo emitió el 4% y África el 2,5%. El resto del mundo, incluidas China e India, emitieron algo menos del 20%. Las emisiones históricas son el factor básico a la hora de repartir responsabilidades y asumir obligaciones, como en parte se tuvo en cuenta en el llamado mandato de Berlín y en el Protocolo de Kyoto, al establecer sólo obligaciones de reducción de emisiones en los países industrializados. Cualquier acuerdo post Kyoto deberá considerar las emisiones históricas, aunque Estados Unidos pretende dejarlas de lado, como quedó reflejado en una resolución del Senado donde literalmente se dice que no harán nada mientras los países pobres no asuman igualmente obligaciones de reducción de emisiones, se supone que en porcentajes parecidos. La disculpa es evitar la fuga de industrias y empleos a los países que, como China, no tienen obligación de reducir sus emisiones en una primera etapa, una especie de dumping del carbono, aunque Estados Unidos emite por habitante seis veces más que China, 10 veces más que Brasil y 20 veces más que India.
El análisis regional es clave, pero cualquier estrategia de reducción debe analizar los sectores que las ocasionan. La producción de electricidad causa el 25%, el transporte por carretera el 12%, la industria el 10%, la agricultura y ganadería el 13%, la deforestación el 18%, los residuos el 4%, los procesos industriales distintos de la combustión como la fabricación de cemento el 3%, el transporte aéreo el 2%, las emisiones fugitivas el 4% y el resto corresponde al consumo doméstico y terciario de energía.
Es relativamente fácil reducir las emisiones de la generación de electricidad (sustituyendo centrales térmicas de carbón por centrales de ciclo combinado de gas natural que emiten la tercera parte por Kwh. producido, o aún mejor, parques eólicos que no emiten nada), pero es mucho más difícil actuar sobre el transporte. Lo único sensato es reducir la demanda, promover la ciudad densa y con mezcla de actividades, y el cambio modal (desplazamientos en transporte público o ferrocarril en lugar de automóviles o aviones).
Ciertas alternativas, como los biocombustibles de primera y segunda generación (agrocombustibles realmente) crean muchos más problemas de los que resuelven, y el hidrógeno tardará mucho antes de que pueda producirse a costes razonables y a partir de las energías renovables. Claro que los biocombustibles permiten mantener un modelo insostenible de transporte en base al automóvil privado, y por eso se promueven, aunque sea a costa de poner en riesgo la seguridad alimentaria, esquilmar los ecosistemas, destruir la biodiversidad y ocupar las tierras necesarias para producir alimentos o destinarlas a otros usos no menos esenciales.
El transporte aéreo en términos porcentuales apenas llega al 2%, pero sus emisiones han crecido un 205% entre 1975 y 2003, y el crecimiento se acelerará en los próximos años, debido en buena parte a las compañías de bajo coste y al abaratamiento de las tarifas, que no reflejan el coste ambiental de sus emisiones de dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y las estelas que dejan, además del ruido y el enorme impacto de los aeropuertos sobre las poblaciones vecinas. De hecho, el keroseno de los vuelos internacionales está exento de impuestos. Las medidas voluntarias de "donar" pequeñas cantidades para plantar árboles que compensen las emisiones sirven de poco, excepto para tranquilizar la mala conciencia de algunos, y lo único razonable es penalizar fiscalmente los desplazamientos en avión y renunciar a todos los trayectos no necesarios en la era de Internet y las videoconferencias.

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