23 sept 2008

La crisis ninja

Hacía tiempo que no me acercaba por aquí; aunque le echo un ojo de tanto en tanto.
He añadido un por de artículos sobre las causas de la actual crisis económica. Y durante un tiempo voy a continuar por ahí pues creo que es un tema relevante.

22 sept 2008

Prueba

Mis primeras pruebas subiendo texto desde i.touch

El IPCC, la ciencia del cambio climático

El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático nace en 1988, impulsado por un pequeño grupo de países, bajo la iniciativa del científico Bert Bolin. El organismo depende de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Hoy, tras 19 años, ha sido galardonado junto a Al Gore con el Premio Nobel de la Paz, por "sus esfuerzos para construir y difundir un mayor conocimiento sobre el cambio climático causado por el hombre y poner las bases para las medidas para contrarestar ese cambio".
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El IPCC es el organismo asesor de las Naciones Unidas para el cambio climático. Su labor principal es hacer informes de evaluación a partir de la investigación de excelencia realizada en todo el mundo por la comunidad científica. "El IPCC es neutral y sus informes de evaluación no son prescripciones políticas", recordaba el organismo el pasado mes de enero. "Lo que hace el IPCC es aportar la información científica [sobre el clima] y después es responsabilidad de los Gobiernos decidir qué acciones y o decisiones deben tomarse".
Organizado en cuatro grupos de trabajo (que evalúan desde aspectos científicos del cambio climático, la vulnerabilidad de los sistemas socioeconómicos y naturales al cambio climático, las posibilidades de limitar las emisiones de gases de efecto invernadero hasta un grupo especial que realiza inventarios nacionales de gases de efecto invernadero), el IPCC ha realizado hasta el momento cuatro informes de evaluación.
El primero de ellos, presentado en 1990, fue una contribución esencial para constatar que la tierra se estaba calentando debido al aumento de las emisiones de gases que provocan el llamado efecto invernadero. Dos años después, la ONU aprobaba la Convención Marco de Cambio Climático, por la que se comprometía a evitar el calentamiento global.
El segundo informe del IPCC, presentado en 1996, señala que la actividad humana estaba detrás del calentamiento global, por lo que no es casualidad que un año más tarde se firmara el Protocolo de Kioto. En su tercer informe, el IPCC vaticinaba que el cambio climático iba inducido iba a durar siglos, y calculó que durante este siglo las temperaturas medias iban a aumentar entre 1,4 y 5,8 grados centígrados.
EL IPCC tiene previsto cerrar su cuarto informe en Valencia, entre el 12 y el 16 de noviembre, con un reunión de los cuatro grupos de estudio.

Fuente: El País

De la crisis ninja al capitalismo 3.0

El capitalismo ha muerto. Ya no cree en él ni su propio impulsor, Estados Unidos, que se está dando un auténtico festín de intervencionismo: Bearn Stearns, Indy Mac, Fannie Mae, Freddie Mac... Con el beneplácito de entidades tan capitalistas como la Fed, el BCE, el FMI o la banca española.
Todos aplauden una medida que resulta tremendamente peligrosa, porque privatizar los beneficios y socializar las pérdidas -como ha hecho ahora el Gobierno americano- genera unos incentivos tan perversos que harían temblar al mismísimo Adam Smith. Es verdad que el Gobierno español se mantiene firme por ahora y ha rechazado ayudar a Martinsa... ¿pero qué pasaría si Santander o BBVA estuvieran a punto de quebrar? Entonces sí entraría en juego el dilema too big to fail (se trata de entidades demasiado grandes para dejarlas caer, como es el caso de Fannie y Freddie).
El capitalismo se ha pervertido hasta tal punto que el objetivo principal del sistema ya no es producir bienes para satisfacer necesidades, sino sólo producir beneficios. En lugar de suministrar dinero a la economía real, los bancos se han dedicado a especular y a manipular productos financieros.
El desastre financiero al que nos enfrentamos pone de relieve que, aunque no lo queramos, los mercados sin trabas no acaban de funcionar bien por sí solos y no se autocorrigen, como defienden los ultraliberales. El intervencionismo del Gobierno americano refleja que ninguna Administración -salvo la de Zapatero- puede quedarse de brazos cruzados mientras un país entra en recesión, ni siquiera cuando la crisis ha sido causada por la avaricia de unos banqueros o por los errores de empresas privadas.
Pero analicemos en detalle cómo es posible poner en peligro la esencia del capitalismo, con la ayuda del antiguo profesor del IESE Leopoldo Abadía y de su magnífico artículo La crisis ninja (ver leopoldoabadia.blogspot.com).
Todo empezó tras la explosión de la burbuja de Internet. La Fed bajó en dos años el precio del dinero del 6,5% al 1%, lo que dopa un mercado que empezaba a despegar: el inmobiliario. En 10 años, el precio de las viviendas se multiplica por dos en EEUU. Con unos tipos tan bajos, a los bancos el negocio se les hacía pequeño, y entonces se les ocurrió dar préstamos más arriesgados, con lo que podían cobrar más intereses- y compensar sus bajos márgenes multiplicando el número de operaciones.
Entonces empieza la fiesta. Ofrecen hipotecas a los clientes ninja (no income, no job, no assets; o sea, personas sin ingresos fijos, sin empleo fijo y sin propiedades), a los que cobran más intereses porque tienen más riesgos. Y llenos de entusiasmo les conceden créditos hipotecarios por un valor superior al de la casa que compraba el ninja, porque con el boom inmobiliario la casa se revalorizaría rápidamente. Éstas son las famosas hipotecas subprime.Este planteamiento fue bien durante algunos años. Los ninja iban pagando los plazos de la hipoteca y, además, como les habían dado más dinero del que valía su casa, se habían comprado un coche, habían hecho reformas en la casa y se habían ido de vacaciones con la familia.
Pero como los bancos estaban dando muchos préstamos hipotecarios, se les acaba el dinero y deciden acudir a bancos extranjeros para que les presten fondos, porque para algo está la globalización. Con ello, el dinero que ingresamos en una Caja de Ahorros española puede estar esa misma tarde en Illinois e ir a parar a un ninja, sin saberlo ni el director de la Caja ni, por supuesto, nosotros.
Si el banco americano está pidiendo dinero a otros bancos y dando muchos créditos, se encuentra con un capital mínimo en relación con sus activos. Hay que inventar algo nuevo para sacar las hipotecas del balance. Y eso nuevo se llama titulización. El banco de Illinois empaqueta las hipotecas en paquetes que se llaman MBS (Mortgage Backed Securities, Obligaciones Garantizadas por Hipotecas). ¿Quién compra esos paquetes?El banco de Illinois crea unas entidades filiales, los conduits, que no son sociedades, sino trust o fondos, cuyos balances no consolidan con los de la matriz. Estos conduits compran los paquetes de hipotecas mediante créditos de otros bancos y contratan los servicios de bancos de inversión que colocan los MBS a fondos de inversión, a aseguradoras y a sociedades de capital riesgo.Para vender estos MBS había que convencer a las agencias de ráting de que les dieran una buena calificación crediticia. Los Moody’s, Standard & Poors y Fitch no quisieron fastidiar la fiesta y así lo hicieron. A partir de aquí, ya no hay humano que lo entienda. Los MBS se ordenan en tramos y se rebautizan como CDO (Collateralized Debt Obligations, Obligaciones de Deuda Colateralizada). Los ingenieros crean también los Synthetic CDO y los CDS (Credit Default Swaps), que nadie sabe lo que son, pero que ofrecían una rentabilidad extraordinaria.
Y todo estaba basado, no lo olvidemos, en que los ninja pagaran sus hipotecas y en que el mercado inmobiliario norteamericano siguiera subiendo...Hasta que a principios de 2007 el mercado inmobiliario se desploma, los ninja dejan de pagar las hipotecas y ya nadie quiere los MBS, CDO o CDS. El montaje se hunde y se hace necesario sanear el mercado, que es en lo que estamos ahora.¿Y qué pasará en el futuro? Pues que habrá que reinventar el capitalismo. Si el capitalismo 1.0 fue la industrialización del siglo XIX y el 2.0 nació después de la II Guerra Mundial con los acuerdos de Bretton Woods y el nacimiento del Banco Mundial y del FMI, ahora habrá que pensar en el capitalismo 3.0, que tendrá que fomentar el crecimiento económico sostenible. Una buena idea sería pagar el bonus a los inventores de los instrumentos estructurados con esos mismos productos.
Parece claro que los destrozos en la banca obligarán a dotar de más regulación al sistema financiero para frenar los abusos. E incluso se baraja la idea de aplicar a los productos financieros cláusulas de responsabilidad como los de la industria manufacturera.
El capitalismo 3.0 tendrá como eje que el consumidor se ha vuelto poderoso y que, por tanto, hay que fomentar un sistema de relaciones económicas en el que se garantice la libertad, los derechos humanos y la supervivencia. El crecimiento tiene que ser sostenible e inclusivo, es decir que beneficie a una mayoría de los ciudadanos. El peligro es caer en una excesiva regulación, ya que hay economistas que son partidarios de que se establezca un gobierno mundial de la economía, y que se implante una administración mundial de los recursos naturales. También hay que evitar que la crisis que estamos viviendo lleve a los países a la autarquía y a cerrar sus fronteras al comercio internacional .
El capitalismo 3.0 hay que crearlo. Pero antes habrá que pasar la resaca de la gran fiesta que algunos se han dado en los últimos años.

Fuente. Periódico Expansión

El derrumbe financiero que vino de los "ninjas"

Primer acto. Prima la alegría. La economía crecía desde que comenzó esta década con la vivienda como motor. Tras la crisis de internet en el 2000, el capital se fijó en el inmobiliario. Lo facilitaban unos intereses que abarataron el endeudamiento para invertir en ladrillo hasta cotas inéditas. Pero la banca quería más ingresos. Por eso en EEUU, vio en los ninjas --no income, no job, no assests, personas sin ingresos, ni trabajo ni activos--, una fuente de préstamos más caros, pero más con más riesgo --subprimes---. La bonanza y el potencial de subida del ladrillo narcotizaron a una banca que prestó por encima del valor de las casas.Como recuerda el financiero George Soros en su último libro El nuevo paradigma de los mercados financieros, "cuando se espera que el valor de la vivienda crezca más que el coste de tomar prestado, es lógico comprar más inmuebles de los que uno va a ocupar". Hasta el más común de los mortales compró para alquilar o vender. El crédito carecía de límite porque los bancos obtenían fondos de la sus colegas extranjeros --también en España--.
Segundo acto. Crece la euforia. La banca de inversión, los Lehman y demás, se las ingeniaron para limpiar los balances de los prestamistas para que el negocio siguiera rodando. Trocearon y empaquetaron los derechos de cobro de los bancos en títulos negociables avalados por las agencias que certifican la solvencia del emisor (Moodys y otros). A su vez crearon sociedades, calificadas por esas agencias, para extraer el riesgo de sus cuentas. En el 2006, ese negocio supuso gran parte de sus ingresos. Nacían activos sobre activos de activos... hasta que su valor superó el de toda la riqueza de EEUU.DE IDAHO A SABADELL Aveces con la garantía de aseguradoras u otras entidades, el papel se transfirió a los bancos a pie de calle o fondos de inversión, deseosos de dar rendimientos altos. Una parte de la hipoteca de un ciudadano de Idaho estaba ya oculta en un rincón de un fondo de inversión de un señor de Sabadell. "El problema es que llegó un punto en que no se sabía qué había debajo del papel", dice un analista.
Tercer acto. Llega la crisis. Con el paro y la caída inmobiliaria, muchos hipotecados vieron en EEUU que el préstamo costaba más que la casa ¿Solución? Como que allí solo se responde con la vivienda --en España se puede embargar el salario y otros bienes--, dejaron de pagar.
El castillo de naipes se desmoronó. Los ninjas, los más débiles del sistema, y la caída del ladrillo dinamitaron la arquitectura diseñada en Wall Street y estalló la gran crisis. Los derechos de cobro que sustentaban los títulos negociables se esfumaron. Nadie los quería. La banca de inversión tuvo que absorberlos y aflorar enormes pérdidas. Los otros bancos, recelosos unos de otros al desconocer la magnitud de la tragedia, dejaron de prestar para desespero de Colonial, Astroc y otras empresas que trabajan con el endeudamiento. Según el FMI, esta crisis puede costar un billón de dólares --toda la riqueza que se genera en España en un año--. Una mínima parte le toca al señor de Sabadell.

Fuente: El Periódico de Cataluña