22 sept 2008

De la crisis ninja al capitalismo 3.0

El capitalismo ha muerto. Ya no cree en él ni su propio impulsor, Estados Unidos, que se está dando un auténtico festín de intervencionismo: Bearn Stearns, Indy Mac, Fannie Mae, Freddie Mac... Con el beneplácito de entidades tan capitalistas como la Fed, el BCE, el FMI o la banca española.
Todos aplauden una medida que resulta tremendamente peligrosa, porque privatizar los beneficios y socializar las pérdidas -como ha hecho ahora el Gobierno americano- genera unos incentivos tan perversos que harían temblar al mismísimo Adam Smith. Es verdad que el Gobierno español se mantiene firme por ahora y ha rechazado ayudar a Martinsa... ¿pero qué pasaría si Santander o BBVA estuvieran a punto de quebrar? Entonces sí entraría en juego el dilema too big to fail (se trata de entidades demasiado grandes para dejarlas caer, como es el caso de Fannie y Freddie).
El capitalismo se ha pervertido hasta tal punto que el objetivo principal del sistema ya no es producir bienes para satisfacer necesidades, sino sólo producir beneficios. En lugar de suministrar dinero a la economía real, los bancos se han dedicado a especular y a manipular productos financieros.
El desastre financiero al que nos enfrentamos pone de relieve que, aunque no lo queramos, los mercados sin trabas no acaban de funcionar bien por sí solos y no se autocorrigen, como defienden los ultraliberales. El intervencionismo del Gobierno americano refleja que ninguna Administración -salvo la de Zapatero- puede quedarse de brazos cruzados mientras un país entra en recesión, ni siquiera cuando la crisis ha sido causada por la avaricia de unos banqueros o por los errores de empresas privadas.
Pero analicemos en detalle cómo es posible poner en peligro la esencia del capitalismo, con la ayuda del antiguo profesor del IESE Leopoldo Abadía y de su magnífico artículo La crisis ninja (ver leopoldoabadia.blogspot.com).
Todo empezó tras la explosión de la burbuja de Internet. La Fed bajó en dos años el precio del dinero del 6,5% al 1%, lo que dopa un mercado que empezaba a despegar: el inmobiliario. En 10 años, el precio de las viviendas se multiplica por dos en EEUU. Con unos tipos tan bajos, a los bancos el negocio se les hacía pequeño, y entonces se les ocurrió dar préstamos más arriesgados, con lo que podían cobrar más intereses- y compensar sus bajos márgenes multiplicando el número de operaciones.
Entonces empieza la fiesta. Ofrecen hipotecas a los clientes ninja (no income, no job, no assets; o sea, personas sin ingresos fijos, sin empleo fijo y sin propiedades), a los que cobran más intereses porque tienen más riesgos. Y llenos de entusiasmo les conceden créditos hipotecarios por un valor superior al de la casa que compraba el ninja, porque con el boom inmobiliario la casa se revalorizaría rápidamente. Éstas son las famosas hipotecas subprime.Este planteamiento fue bien durante algunos años. Los ninja iban pagando los plazos de la hipoteca y, además, como les habían dado más dinero del que valía su casa, se habían comprado un coche, habían hecho reformas en la casa y se habían ido de vacaciones con la familia.
Pero como los bancos estaban dando muchos préstamos hipotecarios, se les acaba el dinero y deciden acudir a bancos extranjeros para que les presten fondos, porque para algo está la globalización. Con ello, el dinero que ingresamos en una Caja de Ahorros española puede estar esa misma tarde en Illinois e ir a parar a un ninja, sin saberlo ni el director de la Caja ni, por supuesto, nosotros.
Si el banco americano está pidiendo dinero a otros bancos y dando muchos créditos, se encuentra con un capital mínimo en relación con sus activos. Hay que inventar algo nuevo para sacar las hipotecas del balance. Y eso nuevo se llama titulización. El banco de Illinois empaqueta las hipotecas en paquetes que se llaman MBS (Mortgage Backed Securities, Obligaciones Garantizadas por Hipotecas). ¿Quién compra esos paquetes?El banco de Illinois crea unas entidades filiales, los conduits, que no son sociedades, sino trust o fondos, cuyos balances no consolidan con los de la matriz. Estos conduits compran los paquetes de hipotecas mediante créditos de otros bancos y contratan los servicios de bancos de inversión que colocan los MBS a fondos de inversión, a aseguradoras y a sociedades de capital riesgo.Para vender estos MBS había que convencer a las agencias de ráting de que les dieran una buena calificación crediticia. Los Moody’s, Standard & Poors y Fitch no quisieron fastidiar la fiesta y así lo hicieron. A partir de aquí, ya no hay humano que lo entienda. Los MBS se ordenan en tramos y se rebautizan como CDO (Collateralized Debt Obligations, Obligaciones de Deuda Colateralizada). Los ingenieros crean también los Synthetic CDO y los CDS (Credit Default Swaps), que nadie sabe lo que son, pero que ofrecían una rentabilidad extraordinaria.
Y todo estaba basado, no lo olvidemos, en que los ninja pagaran sus hipotecas y en que el mercado inmobiliario norteamericano siguiera subiendo...Hasta que a principios de 2007 el mercado inmobiliario se desploma, los ninja dejan de pagar las hipotecas y ya nadie quiere los MBS, CDO o CDS. El montaje se hunde y se hace necesario sanear el mercado, que es en lo que estamos ahora.¿Y qué pasará en el futuro? Pues que habrá que reinventar el capitalismo. Si el capitalismo 1.0 fue la industrialización del siglo XIX y el 2.0 nació después de la II Guerra Mundial con los acuerdos de Bretton Woods y el nacimiento del Banco Mundial y del FMI, ahora habrá que pensar en el capitalismo 3.0, que tendrá que fomentar el crecimiento económico sostenible. Una buena idea sería pagar el bonus a los inventores de los instrumentos estructurados con esos mismos productos.
Parece claro que los destrozos en la banca obligarán a dotar de más regulación al sistema financiero para frenar los abusos. E incluso se baraja la idea de aplicar a los productos financieros cláusulas de responsabilidad como los de la industria manufacturera.
El capitalismo 3.0 tendrá como eje que el consumidor se ha vuelto poderoso y que, por tanto, hay que fomentar un sistema de relaciones económicas en el que se garantice la libertad, los derechos humanos y la supervivencia. El crecimiento tiene que ser sostenible e inclusivo, es decir que beneficie a una mayoría de los ciudadanos. El peligro es caer en una excesiva regulación, ya que hay economistas que son partidarios de que se establezca un gobierno mundial de la economía, y que se implante una administración mundial de los recursos naturales. También hay que evitar que la crisis que estamos viviendo lleve a los países a la autarquía y a cerrar sus fronteras al comercio internacional .
El capitalismo 3.0 hay que crearlo. Pero antes habrá que pasar la resaca de la gran fiesta que algunos se han dado en los últimos años.

Fuente. Periódico Expansión

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